Al Valencia le está pasando factura la exigencia de una competición como la Euroliga. De hecho, el cuadro taronja no selló su pasaporte para la Copa del Rey hasta la última jornada. Sufrimiento extremo. Son muchos los partidos que se ha dejado por el camino el conjunto valenciano víctima del cansancio que acumula en sus piernas tras disputar la máxima competición continental.
Además, las lesiones le han jugado una mala pasada. Chris Jones y Jared Harper han estado varios partidos en el dique seco, por lo que Álex Mumbrú ha tenido que echar mano de jóvenes valores de la Alquería como Guillem Ferrando (21 años) y Lucas Marí (17). Cantera como solución de urgencia. Y cartera también.
No en vano, los de la Fonteta han tirado de billetera para hacerse con los servicios de todo un MVP de la fase regular como Shannon Evans. Tras la llegada del director de juego procedente del Betis, el Valencia Basket da un salto de calidad impresionante.
El base con pasaporte guineano es el que más puntos mete en el torneo doméstico (19), más balones roba (1,8), el que más faltas recibe (5,7) y es el mejor valorado con 19 créditos por choque. Un lujo que permitirá a su nuevo equipo apuntar de nuevo a lo más alto.
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En la primera vuelta ha perdido 8 partidos. De los equipos presentes en la Copa, solo ha ganado al Joventut.
Y es que este Valencia Basket atesora plantilla de sobra y efectivos suficientes en todos los puestos para ser considerado, si no un serio aspirante a algún título, sí a ser ese equipo molesto que esté peleando por ellos hasta el final. Ahí está su constelación de jugones en el puesto de base como Jones (12 puntos y 4,5 asistencias), Harper (9,1 puntos y 2,4 asistencias) o Radebaugh.
La solidez de un escolta físico como Puerto, el talento en el exterior de López Arostegi y Prepelic o la polivalencia de un pívot con buen tiro como Webb (9,6 puntos y 38% en triples), el descaro de un joven batallador en la pintura como Pradilla y la aportación del incombustible capitán Dubljevic son sus grandes avales.