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Bizkaia

Valentín Carballo, el diseñador de moda que retira la ceniza de La Palma

Valentín Carballo lleva una semana colaborando en las labores de retirada de ceniza.
Valentín Carballo lleva una semana colaborando en las labores de retirada de ceniza.

Por su formación, profesión y pasión, Valentín Carballo idea y confecciona prendas de ropa y manipula delicadas y finas telas. Pero, desde hace una semana, el diseñador de moda galdakaoztarra pasa horas protegido con vestimenta, botas y gafas especiales, guantes y mascarillas FPP2. Este radical cambio de tercio se debe a la labor de voluntario que está desempeñando en La Palma, una isla a la que le une un estrecho vínculo sentimental, emocional y familiar. "Aquí nací y pasé mi infancia hasta que, con 10 años, nos trasladamos a vivir a Galdakao. Me considero vasco, pero mi corazón es, también, palmero". Constantemente pendiente de lo que allí pasaba desde que el volcán empezó a dar signos de actividad, la erupción del 19 de septiembre ocurrió, paradójicamente, mientras se encontraba bajando de Gorbeia, la cima más emblemática de Bizkaia. "Recibí un mensaje de WhatsApp de mi prima que decía: ha estallado el demonio. Me puse muy nervioso y, cuando estaba en Saldropo, empecé ya a buscar noticias".

Fueron días de mucha preocupación e intranquilidad. Valentín Carballo, además, se encontraba en un momento de su vida en el que, tras acabar la carrera de Diseño de Moda, "estaba un poco estancado a nivel profesional, buscando trabajo, haciendo entrevistas...". Pero sus pensamientos y su cabeza estaban en La Palma. "Quería hacer algo por mi gente y hablé con mi amiga Ainhoa que, junto a su pareja, dirige la asociación Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea, GBGE. Habían lanzado una campaña de captación de fondos y voluntarios para ayudar en esta tragedia. Ya no lo dudé más. Disponía de tiempo y decidí participar", asegura.

Limpieza en la zona 0 

Valentín Carballo puso rumbo a La Palma el 31 de octubre para unirse al grupo de voluntarios de GBGE en una labor muy concreta: la limpieza de la ceniza y piedras acumuladas en las casas que aún permanecen en pie en la zona de exclusión para evitar que colapsen por el peso del material piroclástico que emite el volcán. Al igual que sus compañeros, se aloja en El Paso y, todos los días, el grupo parte a las 7.20 horas desde la casa parroquial –cedida a la asociación durante este periodo– hacia el campo de fútbol y, desde allí, iniciar el traslado en vehículo hasta Las Manchas. "Antes el trayecto se hacía en 10 minutos, pero la carretera ha desaparecido por las coladas de lava y tenemos que dar un rodeo que lleva más de una hora". Ya en el área de exclusión, el dispositivo de emergencia permite el acceso de los equipos de trabajo a partir de las 9.00 horas. "Ellos nos dirigen hacia las casas más afectadas y nos esforzamos por limpiar todo lo que podemos hasta las 15.00 horas".

Una semana después de su llegada, las sensaciones son intensas. "La casa de mi abuela es una de las desalojadas. Yo conozco la zona, tengo muchos recuerdos aquí, vivencias de pequeño, rincones que han desaparecido...", relata. En su lugar, se ha encontrado un paisaje desolador: "Es aterrador adentrarse, por primera vez, en el área de exclusión. Antes había vegetación, naturaleza, vida. Ahora es un desierto de arena negra. Todo está muerto y el silencio es atronador". Solo se escucha el rugido permanente del volcán. "Tiene un sonido muy fuerte, parece un dragón. Es constante, pero al final te acostumbras. Impone su presencia y la lava que escupe". Lo más difícil es controlar la mente ante los sismos. "Las sacudidas son, a veces, intensas y llegan sin previo aviso. Es lo que te recuerda que el demonio, como lo llaman los palmeros, sigue muy activo", apunta.

Los momentos que Valentín comparte y conversa con los familiares que tiene en la isla giran, inevitablemente, sobre el mismo tema. "Mi abuelo ha vivido ya tres erupciones. La de San Juan con 6 años, la del Teneguía y ahora la de Cumbre Vieja. Me dice que este nivel de destrucción es mucho mayor que las anteriores y la duración también. Son muchos días con el demonio escupiendo lava y sin saber cuándo va a parar", cuenta Carballo. La espera y la rutina para los residentes en las zonas más cercanas y afectadas es muy dura y complicada. "Están sujetos a lo que vayan diciendo las autoridades. Cada día es un nuevo empezar en el que no sabes lo que te vas a encontrar, si te van a desalojar, si puedes salir de casa o te van a confinar, si los niños pueden ir al colegio...", precisa. Pero el galdakoztarra asegura que "el carácter del palmero es fuerte, es un pueblo noble, unido, luchador, agradecido y amable. Estoy orgulloso de ser parte de aquí".

Anima a colaborar 

Valentín va a permanecer en La Palma hasta el 15 de noviembre. Antes de su regreso a Galdakao quiere hacer un llamamiento a la solidaridad y la colaboración. "La necesidad de ayuda va a durar mucho tiempo. GBGE tiene recursos para realizar esta labor de limpieza hasta diciembre. Cualquier donación económica que reciba para poder seguir con esta iniciativa más tiempo es bienvenida". Otro modo de colaborar es como voluntario. "Solo se requiere disponibilidad, ganas y voluntad. GBGE pone a disposición el alojamiento, los materiales, las dietas... Para participar o pedir información, solo hay que ponerse en contacto con la asociación", invita.

"El paisaje en la zona 0 es desolador. Donde antes había vegetación y vida, ahora es un desierto de arena negra"

"La necesidad de ayuda va a durar mucho. Se requieren donaciones y más voluntarios"

Valentín Carballo

Diseñador de moda de Galdakao

2021-11-08T15:31:02+01:00
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