Tiene una zurda de oro, un lanzamiento exterior demoledor y una visión de juego extraordinaria. A sus 24 años, Valeska Lovera se ha convertido en uno de los referentes del Gurpea Beti Onak Azparren Gestión, equipo en el que cumple su tercera temporada y con el que ascendió a la máxima categoría. La de Chiguayante, internacional con Chile, se ha ganado además el cariño de la gente de Villava, donde reconoce sentirse feliz e integrada, y en especial de las niñas de la cantera a las que entrena y con las que comparte chucherías, todo un ritual tras los partidos. La pichichi del Beti –20 goles– y autora del primer tanto del club en la Liga Guerreras Iberdrola es además una gran aficionada a la cocina, ha estudiado Hostelería, y en especial le gusta la repostería. Su fuerte es el brownie, un postre que seguro están deseando probar en el vestuario de un equipo que, reconoce, está muy unido.
Villava está inmerso en la diversión y el Beti Onak centrado en preparar su partido del sábado ante el Atlético Guardés. ¿No se le hace raro?
–Es complicado. Tuvimos la suerte de que el primer fin de semana de fiestas no tuvimos competición, así que pudimos disfrutar un poco, pero ahora que comienza la Liga de nuevo es difícil. En Villava se escucha la música por todas partes y te dan ganas de salir, aunque obviamente no se puede. Tenemos que entrenar. Lo intentamos llevar de la mejor forma posible.
Unas fiestas en las que el club ha tenido un protagonismo especial, lanzando el chupinazo.
–Para mí es emocionante que nos tomen con tanta importancia en Villava. Muchas veces pienso en cómo será para las jugadoras de aquí, las que tiraron el cohete, Nahiara Retegi y Aileen Ripa. Fue un momento especial para todas, el que reconocieran nuestro trabajo y el de los entrenadores.
Se le ve muy integrada en la vida de Villava.
–Sí, es un pueblo muy acogedor. Es muy fácil encajar. La gente se preocupa por ti y te pregunta cosas por la calle. Poco a poco una se va integrando sola, pero también con la ayuda de los vecinos.
Entre ellos hay un grupo muy especial, niñas pequeñas de la cantera que le tienen un cariño inmenso. ¿Qué es eso de las chucherías?
–Es un poco risa... Entreno a un equipo infantil del club, es mi tercer año con ellas. Un día les dije que como fuesen a un partido sin chuches, se quedaban desconvocadas. Y ahí empezaron a ir todas a vernos con chuches, les llevan incluso al resto de mis compañeras y a mis entrenadores. Es algo simbólico.
¿Ha visto respirar en algún otro sitio donde ha jugado tanto balonmano como en Villava?
–Tanto, no. Que vayas por la calle y haya gente que te pare para decirte que te ha visto en el periódico, por ejemplo, a mí me hace mucha ilusión. Está muy bien que el pueblo entero sepa que tiene un equipo referente en la máxima categoría. A mí me gusta sobre todo por los niños y las niñas. Han visto que estábamos en una categoría inferior, subimos y conseguimos el objetivo. Nos ven con ilusión.
En la Liga Guerreras Iberdrola llevan cuatro partidos y tres victorias hasta ahora. ¿Se imaginaba un comienzo así?
–No, para nada. Cuando jugaba en el Aula Valladolid me di cuenta de que esta categoría es muy complicada, sobre todo para los recién ascendidos. Sabíamos que este mes iba a ser muy importante, con partidos que teníamos que ganar sí o sí para intentar ir más tranquilas a otros encuentros. Nadie se imaginaba que íbamos a empezar tan bien.
El equipo está recibiendo muchos elogios, no hay más que meterse en redes para verlo. ¿Qué tiene el Beti que enamora tanto?
–Creo que la diferencia está en que nos llevamos tan bien entre nosotras y también con el cuerpo técnico, que salir a la pista es disfrutar. Nosotras no tenemos nada que perder, porque somos un recién ascendido. No es como en la Plata, que había un proyecto y teníamos que ganar sí o sí, ser campeón y vencer en la fase de ascenso. Todas al final cargábamos con esa mochila. En esta Liga vamos más tranquilas, experimentándola, y eso creo que nos da la ventaja para haber sacado seis puntos.
En su caso particular, es la máxima goleadora, autora del primer gol en la elite y está exhibiendo un gran nivel. Se le ve muy enchufada.
–Creo que esta categoría te hace tener otro objetivo. Es una categoría muy competitiva, no sabes qué equipo va a ganar y encima es más compleja que en años anteriores, los equipos están más parejos. En comparación a otras temporadas estoy más mentalizada de qué hay que hacer. El equipo, además, es más profesional y una va cambiando también la mentalidad. Sin olvidar, por supuesto, de que es un club de pueblo y eso también ayuda.
Empezó a jugar al balonmano en el colegio. ¿Con cuántos años?
–Con 5. Hacía balonmano y baloncesto a la vez. Mi hermano jugaba también al balonmano y yo iba a verlo desde muy pequeña. Me preguntaron a ver si quería empezar a jugar y a mí me parecía un deporte de mucho contacto, nuevo, que apenas se conocía en Chile. Compaginé ambos deportes tres o cuatro años, hasta que tuve que decidir y me decanté por el balonmano.
Ahora tiene 24, es joven y a la vez atesora experiencia. ¿Cómo ha vivido toda su trayectoria?
–Tuve una época complicada. Cuando empecé el proceso de estar en la selección, en infantil, y me fichó el Club Italiano, el entrenador Felipe Barrientos (actual seleccionador de la absoluta femenina) le presenta un proyecto a mi madre. Le dice mira, quiero que Valeska se venga a vivir a Valparaíso. Tiene alojamiento, comida y estudios aquí, y es una forma más rápida de llegar a Santiago para entrenar con la selección, ya que quedaba a una hora y media. Pero me tenía que ir a vivir a otro sitio. Yo estaba en Concepción, que quedaba a ocho horas y a seis de Santiago. Con 15 años era una niña y dije que no, que no me iba a otra ciudad. Al final mi madre me preguntó, ¿cuál es tu sueño? ¿Jugar al balonmano y llegar a Europa? Pues ya está. Te va a doler a ti y me va a doler a mí, pero te vas. Ya se lo diremos a tu padre de alguna forma... Así que mi madre me ayudó mucho a tomar esa decisión de irme con 15 años. Mi padre no quería que me fuese por nada del mundo, hasta que un día me dijo, ¿es lo que quieres? Pues adelante. Y estuve en Valparaíso desde los 15 hasta los 18, siendo una niña, viviendo con una familia que se portó de diez conmigo. A los 18, ya di el salto al Aula Valladolid.
Qué importante es contar con el apoyo de la familia para alcanzar los sueños...
–Así es. Si no tienes el apoyo de la familia, es muy complicado. Mucha gente se desilusiona, abandona el proyecto que tiene, y yo creo que mis padres y mi hermano me ayudaron mucho a seguir la idea que yo perseguía desde pequeña, que era jugar en Europa. Desde los 7 años tenía claro que quería jugar en este continente y también en la selección.
¿Y cómo viven ellos todo lo que le está pasando ahora, jugando con el Beti Onak en la máxima categoría?
–Mi madre, que es con la que más hablo, está muy ilusionada. Ahora le he mandado fotos y vídeos de las fiestas, para que vea cómo se vive aquí. Y mi padre también me llama mucho. Ven mis partidos desde Chile, aunque haya seis horas de diferencia, y se juntan los sábados a verlos en familia. Eso a mí también me ayuda.
Hablaba antes de los estudios, ¿por dónde ha ido?
–Ahora he terminado un grado de Hostelería. Estando aquí en Villava, en Plata, me dieron la facilidad de estudiar por la mañana y entrenar por la tarde. Antes no entrenábamos tantas horas. Ahora estoy haciendo un grado on line de Pastelería y Repostería y eso me facilita seguir las clases cuando me venga bien.
Le tira la cocina entonces...
–Sí, me gusta. Toda en general, pero la repostería mucho más. Aunque también me interesa el tema de la panadería. Me parece muy importante saber qué estas comiendo y cómo se prepara.
¿Y se ha convertido en la repostera del equipo? ¿No les lleva postres?
–No nos dejan mucho (se ríe). Pero cuando hay alguna ocasión especial y hay que hacer tortillas o algo, las preparo. A mí me gusta hacer para el resto de la gente.
¿Cuál es el postre que mejor se le da?
–Creo que el brownie. Me encanta, además. Es uno de mis favoritos. A ver si no sale esto publicado, que seguro que me van a pedir mis compañeras... (se ríe).
Cuando deje el deporte, ¿le gustaría dedicarse a la hostelería?
–Sí. Pero me gustan muchas cosas y a lo mejor mañana me despierto y quiero aprender otra cosa.
¿Qué sueños le gustaría conseguir, a nivel deportivo y personal?
–Ahora mismo, el estar bien en un sitio. Villava me ha ayudado mucho a estar bien, tranquila, a pensar si me imagino aquí mucho tiempo o quiero cambiar de equipo. Me gustaría hacer una carrera deportiva en el pueblo, si el club me lo permite. Transmitir conocimientos a las niñas y ser su entrenadora. Eso me hace mucha ilusión. En cuanto a lo personal, espero terminar mi carrera estando bien. Sin lesiones y dando muy buena imagen sobre la pista.
LA PROTAGONISTA
- Nombre. Valeska Andrea Lovera Salas. En Chile, en especial sus amigas de allí, la llaman Callampita.
- Nacimiento. Comuna de Chiguayante, provincia de Concepción (Chile), el 22/09/1998.
- Puesto y altura. Lateral derecho y 1,75 metros.
- Trayectoria. Con 5 años empezó en el balonmano en el Colegio Concepción. Posteriormente, jugó en el Viejos Galos (Concepción) dos años, para luego dar el salto al Club Italiano de Villa Alemana en Valparaíso. En 2016, con 18 años, cruzó a Europa y fichó por el Aula Valladolid de División de Honor femenina, donde permaneció hasta 2018. Ese año puso rumbo al Sant Joan de Espí de Plata y en 2020 recaló en el Gurpea Beti Onak, donde cumple su tercera temporada.
- Internacional. Lovera es internacional con la selección de Chile, donde ha jugado desde categoría infantil.
- Familia. Sus padres se llaman Juan Carlos y Heili, y es la menor de tres hermanos. El mayor es Yerko, con 27 años, y el mediano Alexandre, de 25.