Vallecas se ha convertido en una paradoja en sí mismo para la Real. Probablemente sea el estadio en el que mejor se le recibe fuera de los límites de Euskadi en la barriada madrileña, pero su campo es uno de los que peor le sientan a sus jugadores. Los números no engañan. En 22 visitas, los blanquiazules solo han ganado cinco, han empatado en siete ocasiones y han caído en diez. No se sabe si es por las dimensiones del terreno de juego, 100x67 metros por los 105x70 de Anoeta, pero lo cierto es que a la Real siempre le ha costado adaptarse. Siempre ha mostrado señales de incomodidad. Más aún ahora que es uno de los equipos a los que más le gusta dominar los encuentros a través de la posesión. No parece muy buena idea ante un Rayo que vive de su asfixiante presión adelantada y de los robos de balón en plenas transiciones.
Lo cierto es que no es la peor época de los donostiarras en la avenida del Payaso Fofó, ya que sus tres últimos encuentros han acabado en dos tablas y una victoria. En cinco partidos solo ha caído en una ocasión, 1-0 con un postrero penalti de Bravo que transformó Jonathan Viera. Los últimos empates han sido con goles, 2-2, en encuentros de muchas alternativas. Pare el recuerdo queda el gran triunfo camino de la Champions con Montanier en el banquillo gracias a un doblete de Agirretxe y en un estadio teñido de txuri-urdin, con más de 3.000 seguidores desplazados hasta Madrid. El anterior triunfo fue el 2-4 de la jornada final del campeonato, cuando ninguno de los dos se jugaba nada y los blanquiazules acabaron goleando con goles de Vela, Chory, Agirretxe y Elustondo. Otro mediodía inolvidable fue el 3-3 del año del ascenso, en lo que supuso la consagración de un Zurutuza estelar que cambió el signo del duelo al salir tras el descanso cuando la cosa pintaba mal. Sin olvidar el hiriente 4-1 del año 2000, después de que Bernd Krauss declarara que las 12.00 era un horario para ir a misa, no para jugar a fútbol (pobre el alemán, qué pensará ahora de todo esto...).
Pero hubo rachas muy duras de la Real en Avenida de la Albufera. Entre 1993 y 2001, los guipuzcoanos encajaron hasta seis derrotas consecutivas. Si lo alargamos un poco en el tiempo, nueve en doce encuentros. Un registro demoledor, sobre todo cuando el Rayo suele pasar bastantes problemas para mantenerse en las temporadas en las que logra, siempre con un mérito extraordinario, alcanzar la elite.
Para encontrar los otros tres triunfos txuri-urdin hay que remontarse hasta 1989, cuando se impusieron 1-3 con tantos de Loinaz, Mentxaka y Goikoetxea; hasta 1979, cuando también golearon 0-4 gracias a las dianas de Idigoras, López Ufarte y a un doblete de Satrústegui. El primer éxito de la Real en Vallecas fue en partido de Segunda en 1967, y se llevó los puntos con un gol de Gorriti.