Verdadero o Falso

¿Vamos hacia una inteligencia artificial para ricos y otra para pobres?

La brecha digital por motivos economicos empieza a asomarse en lo que se refiere al acceso a distintas IA, unas más potentes y precisas que otras
La brecha económica puede suponer que haya dos IA diferentes según los recursos del usuario.
La brecha económica puede suponer que haya dos IA diferentes según los recursos del usuario. / Freepik

Desde que hace un par de años llegara con ChatGPT el boom de la inteligencia artificial (IA), el usuario común de herramientas digitales tiene acceso a un mundo nuevo de posibilidades de trabajar, crear y comunicar.

Estos sistemas llevan a cabo diversas tareas para las que han sido entrenados realizando procesos que imitan inteligencia humana. Recibe una serie de datos, los analiza siguiendo unos algoritmos y ofrece un resultado. Además es capaz de aprender y mejorar la precisión de los patrones que detecta y, por consiguiente, de su respuesta.

El desarrollo de la IA tiene una inversión que las empresas quieren recuperar para después hacer negocio.

El desarrollo de la IA tiene una inversión que las empresas quieren recuperar para después hacer negocio. Freepik

Las hay de todo tipo desde las que generan textos, imágenes o vídeos hasta las que ofrecen servicios de consulta telefónica o de investigación.

Tienen un precio

Pero las leyes de mercado mandan y las IA tiene un coste. El que las ha desarrollado ha hecho una inversión y además de recuperarla quiere hacer negocio.

Para ello necesita clientes, usuarios que las empleen para su ocio, para su trabajo, analizar datos económicos o científicos o para dar salida a sus inquietudes artísticas.

El truco para conseguir los clientes es un clásico, ofrecer gratis una versión básica, cebar a los interesados mostrando qué son capaces de hacer y que pueden llegar más allá.

Pasado un tiempo lanzan versiones más completas, más potentes por las que hay que pagar.

Se abre la brecha

A partir de aquí cada usuario decide qué camino toma, mantenerse en la versión básica o pasar al siguiente nivel. En principio cada cual se inclinará en función de sus intereses, de para qué quiere esta herramienta. Pero aquí es donde se empieza a abrir la brecha digital por motivos económicos.

Dejando de lado los paquetes básicos, en su mayoría gratuitos, el precio de versiones más completas ronda alrededor de los 20 euros al mes. Como ejemplo, ChatGPT ofrece su versión Medium por unos 20 euros, Claude, es similar, aunque su forma de pago es por tokens, en función de su uso. A su vez, Copilot y Gemini Advanced cuestan unos 30 euros. A esto hay que sumar los impuestos y descontar los planes que cada cual negocie.

Hasta aquí no parecen tarifas muy descabelladas, aunque dependerá de las circunstancias económicas de cada cual. Pero viene el tercer escalón, con mejores servicios y un mayor grado de profundidad en sus respuestas. Sería el caso de, por ejemplo, ChatGPT Pro, cuya tarifa es de 200 euros al mes.

Impulso o foso

La brecha digital es la desigualdad en el acceso a tecnología, en quiénes pueden utilizarla y quiénes no. El precio puede ser una barrera en el acceso a este recurso que ayuda a mejorar la productividad, a que los médicos hagan diagnósticos más precisos o prescribir una medicación específica para cada paciente, a gestionar recursos humanos.

Las IA suponen una gran ventaja competitiva y puede suceder que quienes puedan permitírselo avancen mejor y más rápido, mientras quienes no, se quedarán aún más atrás. Y esto afecta tanto a personas como a entornos sociales o países en desarrollo.

Hay quien sugiere que se incluyan anuncios para un acceso a versiones más completas a menor precio, como hacen algunas plataformas de streaming. Pero para librarse de ellas habrá que pagar.

Y volvemos a la pregunta: ¿al final habrá una IA para ricos y otra para pobres?

Otras brechas

El coste económico para el acceso a una IA potente no es la única brecha que la tecnología digital puede abrir.

IA y personas mayores.

El uso de la inteligencia artificial en el ámbito de la sanidad y la salud ha traído notables avances, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha avisado de que esta tecnología está acelerando el edadismo al excluir a las personas mayores en la recopilación de información. Algo agravado por un acceso limitado de las personas mayores a herramientas de medición y recopilación de datos, hecho relacionado directamente con la desconexión entre nuestros mayores y las nuevas tecnologías.

IA, género y empleo.

Un informe conjunto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las universidades de Cambridge y Oxford, la UNESCO y la OCDE analiza el impacto de los sistemas de inteligencia artificial en las posibilidades de empleo para las mujeres. Sugiere que las IA pueden influir de manera diferencial en aspectos laborales, cuidado y tareas domésticas en función del género debido a que el diseño de la IA puede estar influenciado por el contexto cultural y laboral así perpetuar prejuicios de género previos.

La IA y diferencias territoriales.

La IA, el aprendizaje automático y el análisis masivo de datos transformarán mucho los métodos de producción, impactando seriamente en las economías en desarrollo. Un estudio del McKinsey Global Institute (MGI) afirman que la IA puede generar una actividad económica global adicional de unos 13.000 millones de euros. Pero alerta de que la adopción de la IA puede no ser equitativa en todos los territorios, empresas y poblaciones, generando lo que se denomina una triple brecha.

2025-01-12T11:05:03+01:00
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