Partiendo de un punto, pero con todo por definir, como una espiral. Así surgió hace ocho meses, en el verano de 2021, la asociación Kiribile de Sopela, cuyo principal objetivo es "promover la conservación y mejora del patrimonio natural e histórico-cultural de Sopela", según destaca uno de sus integrantes, Aitor Zubiaga. Actualmente, la asociación está compuesta por un grupo de quince vecinos y vecinas, de diversos perfiles y conocimientos. No obstante, debido al interés general que persigue la agrupación, esta está "abierta a toda la ciudadanía que quiera sumarse a la conservación del medio ambiente y cuidar el medio natural que rodea al municipio", expone Zubiaga.
De esta manera, entre sus principales actividades está el deseo de "poner en valor la riqueza natural de la localidad, desde la costa hasta Munarrikolanda", así como proteger y catalogar su biodiversidad: vegetación, flora, arbolado, fauna, anfibios y resto de fauna en general. "Hemos iniciado un proyecto, a través de la aplicación Inaturalist, donde buscamos reflejar el catálogo de especies que conforman la biodiversidad del municipio. Por el momento disponemos de más de 200 especies, de las cuales un centenar de ellas son aves", apunta Zubiaga.
Sin embargo, el eje central sobre el que pivota la actividad de la asociación es la propuesta para implantar un anillo verde dentro del perímetro natural de Sopela. Un proyecto en el que están inmersos actualmente, elaborando un acuerdo estratégico para su definición y materialización, y que han compartido con el resto de asociaciones del municipio y los grupos políticos en busca del mayor consenso posible. "No queremos que sea un mero camino, sino que sirva para poner en valor todo el espacio natural del municipio. Se desea preservar un perímetro de protección natural al avance urbano", detalla Zubiaga.
Al mismo tiempo, apuestan por que se convierta en un elemento de disfrute para la ciudadanía a través de actividades sostenibles. No obstante, se trata de un proyecto a largo plazo, que ofrecería un itinerario de alrededor de 18 kilómetros por los límites del municipio, pero que todavía tiene mucho camino por recorrer.
Dentro del anillo verde se incluiría la recuperación de zonas de arbolado autóctono, la regeneración de los ríos, así como la inclusión del patrimonio histórico y cultural, los caseríos, molinos, el flysch costero, los caminos de uso público, las huellas arqueológicas, etc.
Precisamente, con el objetivo de conocer de primera mano otros proyectos similares en el entorno, recientemente representantes del Ayuntamiento de Sopela y técnicas de la Mancomunidad de Uribe Kosta, junto con integrantes de la asociación, visitaron Zarautz para conocer de primera mano su anillo verde azul (EBU), que une diferentes puntos de interés ubicados en la villa en un recorrido de 11,7 kilómetros. Allí la delegación sopeloztarra recibió información sobre cómo fueron los inicios del proyecto de su anillo costero y todo lo que se ha hecho hasta ahora, así como las ideas que tienen para el futuro. Una primera toma de contacto en la que pudieron comprobar que existen muchas similitudes en las características de ambas localidades, que abre una vía de trabajo en equipo para seguir dando pasos adelante en la conservación del medio ambiente.
Sapo corredor
Sobre esta línea, hasta la fecha los integrantes de Kiribile han llevado a cabo diversas actuaciones para favorecer las migraciones de aves en la localidad y mejorar el espacio del resto de fauna como reptiles, insectos, mamíferos y otras especies. Así, por ejemplo, el pasado mes de febrero realizaron trabajos de mantenimiento y conservación de dos charcas situadas en el acantilado de Barinatxe, hábitat potencial del sapo corredor. Según detallan, este anfibio tiene una población en la playa de Azkorri, pero las condiciones extremas de los lugares que necesita para la cría hacen que proyectos como el de Sopela puedan ser "indispensables para su supervivencia a medio plazo". De hecho, las poblaciones costeras de Epidalea calamita, nombre científico de la especie, han sido recientemente incluidas la actualización del catálogo vasco de especies amenazadas de fauna y flora silvestre y marina, como especie en peligro de extinción. Por ello, con el asesoramiento de los herpetólogos de la sociedad de ciencias Aranzadi, los trabajos realizados por Kiribile consistieron en el desbroce de la vegetación exterior, la recogida de residuos acumulados en el entorno y la retirada manual de vegetación en el interior de la charca. También se instalaron troncos, a modo de refugio para anfibios, odonatos y otros insectos que pudieran colonizar la charca. Por último, subrayan que es importante respetar este enclave, "no transitando cerca y no abandonando residuos en un entorno tan sensible y único como son los acantilados de Sopela".