Vega: “En casa me llaman Juana de Arco por defender causas perdidas”

Mercedes Mígel Carpio (Córdoba, 1979), más conocida como Vega, es demasiado indie para el mainstream y demasiado mainstream para los indies. Pero después de una longeva carrera profesional de más de dos décadas, su nuevo álbum, IGNIS, de nuevo editado con su propio sello, La Madriguera Records, es un puñetazo en la mesa de los escépticos. Aliada con el afamado productor y músico Ricky Faulkner, el undécimo disco de Vega salió prácticamente de golpe el pasado mes de octubre sin singles de adelanto ni colaboraciones musicales ni otras fórmulas sobradamente explotadas por la industria musical. Una artista de vuelta de todo, que actúa en el Stage Live de Bilbao el viernes 14 de marzo.

Iván Ferreiro dice que vive para contar y cantar cosas y, de paso, emocionarse. ¿Es su caso?

-Tal cual. Él es uno de mis referentes. Sus discos, como pasa también, por ejemplo, con el álbum que ha publicado Gorka Urbizu, tratan precisamente de contar historias que hagan emocionar. Y lo consiguen, son capaces de traspasar varias capas de emoción. El último de Iván es además uno de sus mejores discos en solitario. Son discos honestos. Con IGNIS me pasa algo parecido a lo que él cuenta, porque cuando hemos hecho los ensayos de la gira no he parado de emocionarme. Hablo de cosas que yo he vivido y de las que no me puedo desprender. Eso mismo cobra una esfera totalmente distinta cuando interpretas tus canciones ante el público, que pasa por el mismo trance que tú, lo que es muy bonito y le da sentido a un artista. 

Ha fundado su propio sello discográfico, ha sido nominada a los Grammy Latinos, ha vendido miles de vinilos… ¿Le da rabia que le sigan preguntando por Operación Triunfo más de 20 años después?

-Me daba rabia antes, ya no. Pero ya está todo dicho sobre el tema. Con mirar en Google cualquiera lo puede saber. No me molesta la pregunta, pero existe algún tipo de prejuicio en las primeras generaciones de oyentes para que pesen más de tres meses de un formato televisivo que una trayectoria de 22 años. Cuando presenté mi disco anterior (Mirlo blanco), decidí enviar a los medios de comunicación un currículum con toda mi experiencia, como si estuviera buscando trabajo. Me di cuenta de que era un tostón porque había hecho un montón de cosas. Era larguísimo. Creo que en mi caso se me mide con una vara distinta por el hecho de ser mujer. Siento que soy una eterna artista emergente a pesar de que empecé a tocar la guitarra con 16 años. Pero ahora tengo 46 años. Y estoy en un punto en el que busco una audiencia de calidad que me aporte cosas. 

De alguna manera, ha sido pionera en romper las fronteras entre el mundo comercial y la música independiente. 

-Cuando empiezas tu carrera en un medio que no dominas, como es la televisión, te das cuenta de que tienes que tomar una serie de decisiones. Tienes que buscar el sitio al que perteneces. Musicalmente he tenido inquietudes muy distintas. En 2002 tenía como referente a Los Planetas, por ejemplo. Luego parece que me fui quedando en una especie de tierra de nadie: era demasiado rara para el mainstream y los indies decían que era muy mainstream. No sé hasta qué punto he sido pionera. No lo sé. En mi perfil de Twitter (ahora X) había puesto indie-sin-pendientes. 

¿Cómo fue aquella colaboración de Dio come ti amo con nada más y nada menos que Elvis Costello?

-Nos conocimos en Los Ángeles, en una presentación de un libro suyo. Yo fui con el batería Pete Thomas, que había formado parte de los Attractions, y me dijo si lo quería conocer. Cuando me lo presentó, estaba muerta de la vergüenza y me quedé mirando al suelo. Le comenté que estaba trabajando en un disco de versiones de música italiana, porque era la música con la que yo había crecido, y él se quedó fascinado. Cuando surgió la opción de que pudiera cantar conmigo, no me lo podía creer. ¡Que cante lo que quiera! Lo grabamos a distancia (él estaba en Canadá y yo en España), pero lo tuvimos que retrasar porque el mismo día que quedamos para grabar di a luz a mi hija. Tenemos una amistad muy bonita.

¿Tienen más canciones juntos? 

-Sí. Tenemos varias canciones por publicar, pero no sé si algún día lo haré. No tengo ganas de que me miren con lupa todo el rato. Para mí, que haya un artista al que admiro tanto, que me respalda y escucha mis discos ya es más que suficiente, y no me pesa el síndrome de la impostora. 

¿Es verdad que en casa la llaman Juana de Arco… por hereje? 

-Sí, pero no por eso. Por defender causas perdidas. Mi padre dice que algún día acabaré en la hoguera como ella. 

Las canciones de IGNIS son bastante largas, pasan de los cuatro minutos. No ha habido singles de adelanto. ¿Está el mundo actual preparado para un disco así?

-Ha salido así porque es un disco concebido para ser escuchado de arriba abajo, lo que se sale de los cauces actuales sobre la presentación de un álbum al público. Vivimos una época en la que estamos comiendo, o mejor dicho, ingiriendo mucha más música de la que somos capaces de digerir. Las canciones del disco están compuestas de una manera muy natural y por una cuestión de coherencia tenían que salir todas juntas. No tengo ningún tipo de temor a que no se me entienda. Ya lo he probado todo. Sentí que lo tenía que hacer así.

¿A qué se refiere con “toda esa mierda que no te mereces” de la canción De otro planeta? Parece un pasaje de una letra de Jota, de Los Planetas. 

-En este disco he querido quitarme de lo políticamente correcto y me he sentido libre a la hora de soltar algún que otro taco. La escribí pensando en mi hija pequeña y el mundo que ella se iba a encontrar, pero también hay otras lecturas posibles. A veces se te viene el mundo encima y no sabes muy bien por qué, por lo que nos cuestionamos qué hemos hecho mal para que te caiga toda esa mierda. En mi caso puede ser la industria musical o, más concretamente, determinados personajes de la industria con los que me ido topando y a los que he tenido que aguantar. 

¿Con Ricky Faulkner buscaba hacer un disco de pop-rock atemporal? ¿Qué discos sonaban en su cabeza durante el proceso de grabación? 

-Por primera vez, no he tenido un disco de referencia. No he llegado donde el productor y le he puesto un álbum para que sonase de una manera determinada. Tenía una confianza total en Ricky Faulkner. Me encanta el empaste que le da a los álbumes que ha producido. Soy una apasionada de todo su trabajo como productor y músico en Egon Soda. Me he sentido muy cómoda con él durante todo el proceso de grabación; no me ha pedido que acortara ningún tema ni se ha entrometido en la parte compositiva. Ha logrado que las canciones deambulen en una semioscuridad en la que creo que puedo sacar lo mejor de mí misma, para que luego vayan a un lugar más luminoso. 

¿Cristal oscuro sería el techo emocional del disco? 

-Es mi canción favorita. Tiene un transitar largo, es muy épica. Y aunque su sonoridad sea nueva, con los arreglos de producción y todo lo demás, creo que se nota la marca de la casa. Canto desde las vísceras. No quería hacer duetos en este disco; pero si se dan, se dan. Cuando entra la voz de Ricky en ese final tan épico, le pedí por favor que subiese su voz. Me quedaba flotando escuchándolo. No quería estar ahí sola.