Estefanía Unzu, más conocida como Verdeliss, es una de las influencers más exitosas, con más de millón y medio de seguidores en Instagram y con una cuenta en la que muestra su día a día con una familia tan numerosa. Este lunes en el programa Focus explicó por qué ella y su marido, Aritz, decidieron tener a su octava hija, Deva, en su casa en febrero de 2022.
“Mi elección de dar a luz en casa fue sobre todo porque como en casa en ningún sitio. Aquí es donde me encontraba más yo y donde sentía que quizás no tenía que estar peleando con nadie. Parí en casa porque es donde me sentía segura”, relata en el programa de reportajes de Cuatro. “En los diferentes partos que he tenido sí que me han quedado disconformidades. En mi primer hijo (Aimar) no me cuestioné nada porque tampoco esperaba nada de ese parto. Fue un parto de lo más protocolario, con su dosis de oxitocina, incluida maniobra de Kristeller, un montón de horas en la cama sin poderme mover...”
En el parto de su segunda hija (Irati) decidió esperar mucho en casa “porque me habían enseñado que cuanto más aguantas en tu casa menos tiempo vas a estar en el hospital. Pero cuando llegué, la matrona me hizo un tacto, me miró con cara de susto y me dijo: ‘¿Vas a querer la epidural?’. Y yo: ‘Por supuesto’. Esa cara de susto era porque estaba ya en dilatación completa y es algo que no me dijo. A raíz de aquello me empecé a plantear: pues a lo mejor las mujeres sí que estamos preparadas para parir, es algo que nunca me había rondado la cabeza. Y al mismo tiempo me preguntaba: ¿y por qué no me lo ha dicho? Porque creo que hubiese podido tomar una decisión consciente si hubiese tenido esa información”.
Tampoco le gustó lo que vivió en el parto en el hospital con su tercera hija (Laia). “Fue un parto natural en el hospital que sí cumplió el objetivo de decir: mira, mi cuerpo me ha enseñado que es capaz de parir sin anestesia, pero sin embargo me quedé muy triste. Otra vez sentí que se me privaba de una información o de un derecho que debería haber tenido. Yo le dije, le pedí, le supliqué: ‘Por favor, si me haces un tacto no quiero una separación de membranas, porque yo sé que me pongo de parto’, y mi marido estaba en Madrid... Y me hizo separación de membranas. Lo sé porque salí sangrando, porque me hizo muchísimo daño y en ese momento yo sabía que me había puesto de parto y que no le iba a dar tiempo a mi marido a llegar. Efectivamente. Fue una decepción…”.
Con el cuarto hijo (Julen) ya empezó a rondarles la cabeza la posibilidad de dar a luz en casa. “Y otra decepción, porque otra vez mi marido se volvió a quedar fuera del parto de su hijo, y a partir de ahí dijimos que lo de ir al hospital no era lo nuestro". Pero la situación no se dio con las mellizas Eider y Anne, que llegaron antes de lo previsto y fue necesario acudir al hospital, al igual que con la séptima hija (Miren), que nació prematura.
Pero sí pudo ser posible en el octavo parto, el de Deva. Verdeliss quiere dejar claro que no pusieron en riesgo a la niña. “Cuando tú te propones dar a luz en casa tienes que cumplir para que se considere un embarazo y un parto seguro, aunque luego pueden surgir complicaciones. Que sea un embarazo a término (entre la semana 37 y la 42), que esté bien colocada, encefálica, que tengas un hospital a menos de media hora de tu casa… Un parto en casa no supone más riesgo que un parto en el hospital si estamos hablando de un parto que se considera de bajo riesgo; la morbilidad y la mortalidad es la misma. Tienes que comprender que puede surgir alguna desviación de un parto normal, pero para eso esas matronas que te asisten en un parto en casa están preparadas”.
Y todo salió como habían planeado. “Todo fluyó, parece que todo funcionó, llegamos a las 39 semanas y se desencadenó el parto. Tenemos un recuerdo supertranquilo, supercalmado. Estaba entrenando con mi entrenadora personal y mientras corría le dije: ‘Me están empezando a mosquear estos dolores’. Esas contracciones fueron a más y llegó un momento en el que notaba ese deseo de pujo, entré en la piscina y, arropada de mis hijos, haciendo casi de animadores, nació Deva, obviamente con la vigilancia, el acompañamiento y el control de dos matronas que están especializadas en ese tipo de partos”.
Lo hizo en una piscina de partos, que no es obligatoria pero que le gustó. “Algo que agradezco de un parto en casa es que nadie te indica cómo te tienes que mover, cuándo te tienes que tumbar… En ningún momento tuvimos miedo ni a la hora de tomar esa decisión, ni en ese tiempo de espera en el que te vas preparando mentalmente, ni durante el parto. Sentimos una paz tremenda, increíble, una ilusión, una gratitud también por cómo había sucedido todo. Supongo que cuando estás muy informada te liberas de esos miedos, y eso es muy importante”.
Además, celebra que sus siete hijos mayores pudieran presenciar la llegada al mundo de Deva. “Conocen con pelos y señales en qué consiste un parto, cómo sucede, y seguramente eso haya contribuido a que lo asuman con total normalidad. Todos quisieron estar presentes cuando se lo propusimos. Pudimos ver cómo un parto es un acto tan primitivo, tan instintivo y tan natural que es donde sacamos lo más nuestro de cada uno. Fue espectacular ver cómo cada uno respondía de manera diferente y creo que nos ha unido a todos muchísimo más”.