¿En qué consiste la innovación en cuidados?
El nuestro es un proyecto de innovación en gestión, una apuesta de las organizaciones sanitarias por impulsar la I+D en cuidados. No es un proyecto concreto de innovación e investigación. Va más allá. Es un cambio de paradigma. En 2021, cuando empecé a desarrollar el proyecto, éramos en Osakidetza alrededor de 14.000 enfermeras. ¿Y dónde surgen las ideas y las necesidades? Pues a pie de cama. Es en la práctica clínica asistencial donde vemos realmente qué quieren los pacientes y cómo podemos mejorar.
La asistencia sanitaria está cambiando a una velocidad de vértigo. Eso conlleva una actualización constante.
Sí, pero no se trata tanto de ponernos al día, sino de ser promotoras de ese cambio, también en la detección de las necesidades. Porque incorporar las tecnologías también conlleva una metodología.
Dice usted que las necesidades siempre se detectan a pie de cama.
Sí, claro, la mayor oportunidad para detectar necesidades de investigación es precisamente en el día a día. Cuando ves, por ejemplo, que estás utilizando o administrando un cuidado o un tratamiento y puede haber algún defecto. Hay que reconocerlo y examinar cómo mejorar la calidad de los cuidados, y la calidad de vida de los pacientes. Luego, lógicamente, hay otras fórmulas, a través del ámbito universitario, o a través de la revisión bibliográfica, pero realmente donde se ven más las necesidades es a pie de cama. Y además incorporas la perspectiva de los pacientes, que te dan pistas para mejorar.
¿De qué necesidades estamos hablando?
Hablamos, por ejemplo, de los equipos de terapia intravenosa, y los dispositivos que utilizamos. Hay, por ejemplo, proyectos en cuanto a la prevención de la obesidad infantil, hay planes de humanización incorporando la perspectiva de los pacientes para mejorar la accesibilidad al sistema sanitario que tiene que ver con el acondicionamiento de las infraestructuras, o la coordinación de la comunicación.
Se trata de un proyecto muy inclusivo.
Sí, no deja de lado a nadie. Se trabaja de forma coordinada. Suma todos los esfuerzos, de los institutos de investigación sanitaria, de los colegios de enfermería, de colegios profesionales... Está avalado por todos ellos y todos colaboran. Al final, es un producto vasco que está siendo referente a nivel estatal y han sido 52 las organizaciones sanitarias que han querido adherirse. Hoy, de esas 52 son 15 las que finalmente entran a formar parte del proyecto y estamos valorando la extensión internacional. Siempre el objetivo es mejorar la calidad de los cuidados de los pacientes, que puede ser desde hacer uso de nuevas tecnologías a la realidad virtual. El abanico es muy amplio.
Hablando de nuevas tecnologías y de realidad virtual, es inevitable hablar de la Inteligencia Artificial. ¿Cómo les afecta?
El sistema sanitario ya cuenta con una historia clínica con una potencialidad de datos brutal que nos permite realizar algoritmos predictivos. Y ahí hay ya un gran potencial que estamos usando. Lo que queremos con este proyecto es que haya más enfermeras que investiguen. Porque, al final, colaboramos no solo con médicos y con enfermeras (que es lo que se conoce siempre en salud), sino que cada vez son más importantes los matemáticos, ingenieros biomédicos... Cada vez se incorporan a los equipos perfiles diferentes, porque cada uno aporta visiones distintas.
Lo que pasa que cuando se habla de realidad virtual, se teme que eso implique que disminuya la asistencia presencial.
No, para nada. Porque en realidad, los casos de los que hablamos son más en el ámbito de la formación. Es importante individualizar y eso lo tengo claro. Estamos hablando de medicina, no de realidad virtual. Eso sí, puede resultar interesante en algunos casos en pacientes jóvenes que igual necesitan consultas de seguimiento y puede tener una aplicabilidad para mejorar la calidad de vida de esas personas porque no tienen que faltar al trabajo para poder hacer ciertas revisiones. Yo creo que la clave está en proporcionar asistencias individualizadas.