“He oído un golpe, creo que he pisado trozos de otro coche. Me ha sucedido en varios finales de carrera y pasamos por encima a 300 kilómetros por hora”, repasó Max Verstappen sobre el Gran Premio de China, en el que en los instantes finales reportó posibles daños en su Red Bull y solicitó un examen a su garaje. Una descripción que parecía querer dotar de épica a su actuación. Y es que su talento y mecánica parecen privar de mérito a sus carreras. A nadie asombra una puesta en escena como la sucedida en Shanghái, donde el dominio fue tan abrumador, tan insultante, que parece sencillo hacer lo que hace. “El coche ha ido sobre raíles”, admitió. Era como un Scalextric patrocinado por la marca Red Bull, en el que el ganador sí o sí es su coche. El tricampeón neerlandés abrazó su cuarta victoria en cinco carreras; por el momento, solo ha cedido el triunfo por problemas de fiabilidad. Hasta la fecha, no hay piloto que haya puesto a Verstappen en la encrucijada.
Basta con hacer un repaso a ciertos momentos de la prueba desarrollada en China para observar una superioridad abismal, quizá la mayor del presente campeonato. A lo largo de las seis primeras vueltas, Verstappen rodó un segundo más rápido que el segundo clasificado en cada una de ellas. En el giro 14, cuando visitó el garaje, su ventaja era de 10 segundos sobre el piloto que le sucedía. En la vuelta 19, tras ese citado cambio de neumáticos, adelantó a Lando Norris, que rodaba en primera posición y aún no había completado un pit-stop en el que se perdían cerca de 24 segundos.
También se puede hablar de la superioridad respecto al único piloto que rueda con las mismas armas, Sergio Pérez. El mexicano de Red Bull, en la vuelta 23, cuando se alojó en la segunda plaza una vez que Norris pasó por boxes, perdía 18 segundos con Verstappen.
Hay quien justifica los éxitos de Verstappen con el argumento de la tecnología de la que dispone. Pilota un obús, verdad, pero lo cierto es que el piloto tiene su trascendencia, como se puede contemplar en la comparación con Pérez, que en Shanghái acabó tercero, superado por un Norris que cierto es que se benefició de la circunstancia de una oportuna aparición del coche de seguridad, que a su vez anuló la renta de Verstappen, quien tras el relanzamiento adoptó una postura más prudente, y de ahí las menores las diferencias finales, de 13 segundos sobre Norris, quien a los mandos del McLaren fue elegido Piloto del Día.
“Estoy sorprendido, muy contento. No esperaba una carrera como la que ha salido. Estoy sorprendido por muchas cosas: por la falta de ritmo de Ferrari, por nuestro ritmo y por verme compitiendo con Red Bull. Es una bonita sorpresa”, celebró Norris. Checo Pérez, por su parte, lamentó el tercer puesto: “Ha sido desafortunado. Con el coche de seguridad hemos perdido dos posiciones. Nos faltaba algo de ritmo con el compuesto medio. No hemos leído las condiciones perfectamente”.
Alonso, el animador
También Fernando Alonso pugnó por la distinción atribuida a Norris. El ovetense sigue siendo un agitador de carreras y sus gestas no se miden en posiciones o puntos para la clasificación, sino en emociones. Arrancó tercero, rebasó a Pérez en los primeros metros alzarse en la segunda plaza y finalizó séptimo, pero con la cámara de retransmisión otorgándole protagonismo. Y es que después de realizar una parada más que el resto de pilotos por la falta de variedad de compuestos para la carrera –se quedó sin duros en un momento clave y eso le obligó a sumar paradas para montar blandos y medios– llevó a cabo una remontada que centró la atención en las últimas vueltas, cuando todo el pescado estaba vendido.
“Quedamos delante de Hamilton y Piastri, cosas que no son normales. Tenemos un coche un segundo más lento que McLaren o Ferrari y conseguimos pelear con ellos en carrera. Vuelve a ser un milagro que acabemos séptimos. El coche no es tan bueno como el año pasado”, valoró Alonso, que firmó la vuelta rápida en esas postrimerías.
Ferrari, lejos del podio
La decepción en los puestos cabeceros llegó de la mano de Ferrari, que en las citas previas parecía haber recortado diferencias en relación a Red Bull y haberlas aumentado sobre sus otros rivales por el podio. En esta ocasión Charles Leclerc fue cuarto y Carlos Sainz, quinto. En ningún momento aspiraron al podio. El detalle, además, importa. Leclerc acabó a 23 segundos del ganador. Teniendo en cuenta que el segundo coche de seguridad permitió reanudar la prueba en la vuelta 31 sin las diferencias establecidas previamente, el monegasco perdió esos 23 segundos en apenas 25 vueltas, ya que la carrera se disputó a 56 rodeos.
También merece especial mención la situación negativa de Mercedes. El cambio en la línea de diseño del coche no está trayendo réditos. George Russell fue sexto y Lewis Hamilton, noveno. Cierto es que este último partió desde la decimoctava posición de la parrilla. McLaren está ofreciendo un ritmo mejor y ahora mismo la pugna de Mercedes en el Mundial parece estar con Aston Martin, donde solo Alonso está por encima de las expectativas de un monoplaza que es sin lugar a dudas el quinto de la parrilla. Y en un mundo aparte, está el Red Bull, pero el Red Bull en manos de Verstappen, que parece el rostro de un nuevo modelo de Scalextric que destierra cualquier emoción en la lucha por las victorias.