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El Cerco de Artajona representa uno de los conjuntos fortificados medievales mejor conservados de toda Navarra. Construido en el siglo XI durante el reinado de Sancho Ramírez de Pamplona, este recinto corona la parte alta de la villa, dominando el paisaje circundante y recordando la importancia estratégica que tuvo durante la Edad Media. La estructura defensiva está compuesta por nueve torres y un perímetro amurallado que originalmente alcanzaba los 850 metros de longitud.
Las torres, de planta cuadrada y rectangular, se elevan majestuosas sobre el horizonte, conservando gran parte de su altura original y manteniendo los elementos defensivos característicos de la arquitectura militar medieval.
![La iglesia de San Saturnino destaca sobre el Cerco de Artajona.](https://cdn2.ondavasca.com/f1c9abe0-13ef-4c78-a82d-c80094a5527f_16-9-aspect-r.jpg)
La iglesia de San Saturnino destaca sobre el Cerco de Artajona.
Las puertas de acceso constituían puntos estratégicos en la defensa de la villa. La principal, conocida como Portal de Remagua, conserva elementos originales como el arco de medio punto y los sistemas de cierre, testimonio de la ingeniería militar medieval. Las sucesivas guerras y conflictos que afectaron a Navarra pusieron a prueba la eficacia defensiva del Cerco. A pesar de los asedios y batallas, la fortaleza mantuvo su integridad, demostrando la solidez de su construcción y la efectividad de su diseño militar.
Conservación
Las restauraciones realizadas durante el siglo XX han permitido recuperar gran parte del esplendor original del conjunto. Los trabajos de conservación han respetado las técnicas y materiales tradicionales, garantizando la autenticidad histórica del monumento.
La importancia histórica y arquitectónica del Cerco ha motivado su declaración como Bien de Interés Cultural, reconociendo su valor excepcional como testimonio de la arquitectura militar medieval y su papel en la historia de Navarra.
Construcción del Cerco
La primera referencia al recinto data de 1109 y la disposición actual del cerco es del siglo XIII, un período de gran prosperidad para el reino navarro. Los maestros canteros de la época, influenciados por las corrientes artísticas que llegaban desde Francia, comenzaron a levantar lo que se convertiría en una de las obras más significativas de Navarra.
![Interior del Cerco de Artajona.](https://cdn2.ondavasca.com/d79645bc-53f3-4270-af83-095b750f313a_16-9-discover.jpg)
Interior del Cerco de Artajona.
El edificio más destacable del conjunto es la iglesia-fortaleza de San Saturnino, un edificio que, además de tener una función religiosa, formaba parte del sistema defensivo.
La portada principal presenta un elaborado programa iconográfico. Las arquivoltas, decoradas con figuras de santos, ángeles y motivos vegetales, enmarcan un tímpano que narra escenas de la vida de Cristo. La torre campanario, el elemento más visible, cumplía una doble función: religiosa y militar. Sus gruesos muros y ventanas estrechas evidencian su carácter defensivo, mientras que su campanario llamaba a los fieles a la oración.
El retablo mayor, dedicado a San Saturnino, constituye una de las joyas del templo. Realizado en el siglo XVI por maestros locales, representa escenas de la vida del santo patrón con una calidad artística excepcionales. La policromía muestra una rica paleta de colores que incluye dorados, azules y rojos intensos.
Por su parte, la sacristía alberga un importante tesoro artístico. Entre las piezas más destacadas se encuentra un relicario gótico del siglo XIV, obra maestra de la orfebrería medieval navarra. La colección de objetos litúrgicos que custodia la iglesia incluye cálices, custodias y cruces procesionales de diferentes épocas.
![Detalle del interior del Cerco.](https://cdn2.ondavasca.com/b0a05366-29de-475d-99cc-180598f057dd_16-9-discover.jpg)
Detalle del interior del Cerco.
Iglesia de San Pedro
Situada en el pueblo se halla la iglesia de San Pedro, ejemplo de la arquitectura románica rural. Construida en el siglo XII, ha servido como centro espiritual para los habitantes del burgo bajo de Artajona durante más de ocho siglos.
La portada románica constituye uno de los elementos más destacables del conjunto. El arco de medio punto, decorado con arquivoltas y capiteles historiados, muestra escenas bíblicas y motivos vegetales característicos del arte románico navarro.
La torre campanario, añadida en épocas posteriores, combina elementos románicos y góticos, evidenciando las distintas fases constructivas del templo. A lo largo de los siglos, la iglesia ha experimentado diversas modificaciones y ampliaciones. Las capillas laterales, añadidas en diferentes períodos, muestran la evolución de los estilos arquitectónicos. El templo alberga valiosas piezas de arte sacro, incluyendo tallas medievales, pinturas y orfebrería religiosa. Destaca especialmente una talla románica de la Virgen con el Niño.
Ermita de Nuestra Señora de Jerusalén
A las afueras de la localidad se puede visitar la ermita de Nuestra Señora de Jerusalén, uno de los santuarios marianos más venerados de Navarra. Levantada en el siglo XVI sobre los restos de una edificación anterior, la ermita debe su nombre a una imagen de la Virgen que, según la tradición, fue traída desde Tierra Santa.
El edificio actual presenta una estructura característica de la arquitectura religiosa navarra del siglo XVI, con una nave única de considerables dimensiones y cabecera recta. La fachada principal destaca por su sobriedad arquitectónica, dominada por una portada renacentista con arco de medio punto. Sobre ella se alza una espadaña que alberga las campanas. En el interior, el elemento más significativo es la imagen sedente de Nuestra Señora de Jerusalén con el Niño, talla gótica del siglo XIV. Los muros interiores conservan restos de pinturas murales de diferentes épocas, que aunque parcialmente deteriorado, constituye un valioso testimonio del arte religioso popular.
El edificio ha experimentado diversas intervenciones a lo largo de su historia. Las más significativas se realizaron en el siglo XVIII, cuando se añadieron las dependencias del ermitaño y se renovó parte de la decoración interior, y en el siglo XX, con trabajos de consolidación y restauración.
![Urraca, reina de Artajona.](https://cdn2.ondavasca.com/1cab030d-d97a-4304-af69-58d7c74396bc_source-aspect.jpg)
Urraca, reina de Artajona.
El reino de Artajona
El pequeño reino de Artajona, que estuvo enclavado dentro del reino de Pamplona, tuvo una existencia efímera, solo ocho años, de 1150 y 1158. El 24 de junio de 1144 el rey García Ramírez de Pamplona contrajo matrimonio en León con Urraca Alfonso, una noble asturiana hija ilegítima del emperador Alfonso VII de León y su amante Guntroda Pérez. Como dote, el monarca pamplonés le donó las villas de Artajona, Olite, Miranda de Arga, Larraga y Cebror.
En 1150, tras la muerte del rey, su hijo Sancho VI el Sabio asumió el trono. Tras las paces de Soria en 1153, Urraca regresó a Asturias, donde su padre la nombró gobernadora con título de reina. El trono de Artajona quedó entonces en manos de su hermanastro Sancho III de Castilla, hijo de Alfonso VII y Berenguela de Barcelona y conocido como el Deseado.
En 1157, la muerte de Alfonso VII marcó el inicio de años tumultuosos y batallas. Tras este periodo, Sancho III ascendió al trono leonés, dejando vacante el reino de Artajona. Finalmente, en 1158, el reino fue devuelto a Sancho VI, acabando así su breve historia.
![Dólmenes en Artajona.](https://cdn2.ondavasca.com/d63a3941-62c7-45bc-b457-582ae40d62e0_16-9-aspect-r.jpg)
Dólmenes en Artajona.
Camino a los dólmenes
La excursión a Artajona se puede acabar visitando los dólmenes del Portillo de Enériz y de la Mina de Farangotea. Estas estructuras funerarias, las más meridionales de Navarra y excavadas en la década de 1950 del siglo pasado, pertenecen a la tipología de dolmen de corredor y reposan sobre imponentes túmulos de 20 metros de diámetro y 2,5 metros de altura.
El Portillo de Enériz el más majestuoso de los dos, presenta una cámara mortuoria formada por nueve grandes losas verticales y un corredor compuesto por seis ortostatos de menor tamaño. Su compañero, el dolmen de la Mina de Farangotea, aunque más modesto en dimensiones, destaca por una peculiar perforación en su losa central posterior que permitía el acceso.
El ajuar funerario encontrado en ambos emplazamientos, que incluye desde cuentas de collar hasta herramientas de cobre, se conserva en el Museo de Navarra.
Los visitantes pueden acceder a estos monumentos siguiendo un sendero señalizado que parte desde la zona posterior del cementerio de Artajona. Para alcanzar la Mina de Farangotea hay que recorrer 850 metros adicionales por un camino bien marcado. En las proximidades, coronando una escarpada altura conocida como Gazteluzar, los restos del yacimiento de El Dorre completan este conjunto arqueológico.