¿Qué hora es? ¿Cuándo salimos? ¿Cuándo vamos hacia el balcón? A Vicenta Irurita, 106 años, le encanta estar en la calle y ayer estaba impaciente por salir porque era la encargada de lanzar el Chupinazo de las fiestas de la Txantrea.
"Ahora, estoy muy tranquila, pero igual me entran los nervios cuando vea a tanta gente. Tengo muchísimas ganas, estoy muy contenta, encantada de que los vecinos me hayan elegido. No me lo esperaba para nada", comentaba Vicenta, la abuela de la Txan, horas antes de prender la mecha.
A las siete y media, 30 minutos antes del Chupinazo, Vicenta apareció en la plaza de la Txantrea, vestida de gala con un traje y sombrero rosa y se dirigió al centro de la plaza, los zanpantzares le rodearon y empezaron a bailar al son del cencerro. Se palpaba la emoción.
El sonido cesó y Vicenta se dirigió al portal número seis. Subió en ascensor al primer piso, salió al balcón y los centenares de personas que copaban la plaza enloquecieron.
Vicenta saludaba y daba besos a sus fans –ya es una celebridad en el barrio– que le fotografiaban y le dedicaban gritos de ¡guapa, guapa, guapa!
Otros, simplemente, fijaban la mirada en la centenaria, pensando, quizás, dónde residía el éxito para mantenerse en tan buen estado de salud a su longeva de edad. Mientras, los dantzaris bailaban el ttunttuna y Vicenta movía las manos al son de la música.
Antes de encender el cohete, Vicenta entonó A una madre hay que querer, su jota favorita que, sin embargo, no pudo cantar de tirón porque le pudo la emoción.
Los aplausos, vítores y gritos de ¡Vicenta, Vicenta, Vicenta! le dieron las fuerzas suficientes para terminar la canción. "Por vosotros, guapos, que no me esperaba nada de esto. De verdad", dijo Vicenta emocionada antes de lanzar el Chupinazo.
Se lo dedicó a "las madres del barrio, que es cierto que no construyeron las famosas casas de la Txantrea, pero siempre han estado ahí, desempeñando ese trabajo invisible, sin remunerar y no reconocido a nivel social. Como cocinar, limpiar o cuidar, trabajos indispensables para sostener la vida", señaló.
A los calderetes
Además de lanzar el Chupinazo, Vicenta, si el tiempo acompaña, estará por la calle estos días de fiesta y acudirá a la comida popular que se celebrará el domingo 1 de mayo.
"No se perdería los calderetes por nada en el mundo. Mi madre vive el presente. No tiene otra preocupación. El pasado es el pasado. Al carajo", indica su hija.
Vicenta colocará su mesa en la esquina de su portal y estará acompañada por vecinos, su familia y tres amigas, de más de 90 años, con las que se vino a vivir a la Txantrea en la década de los 50.
"Las ha convencido mi madre porque una vive sola y la otra anda un poco pocha de salud. No tenían muchas ganas, pero, al final, se han animado", comenta Begoña.
Por si quedaba alguna duda, la abuela de la Txan se quedará de sobremesa y deleitará al barrio con su recital de jotas. "No va a parar", adelanta su hija, que sospecha que, además, recibirán la visita de los gigantes y les dedicarán algún baile. "Igual me dan una sorpresa más porque últimamente me ocultan todo", bromea Vicenta.
Eso sí, Begoña matiza que su madre va cumpliendo años y que la edad pasa factura. "Sale una vez al día y cuando vuelve a casa se queda sentadica en el sofá hasta el día siguiente. Mi madre no es la de 103 años, es la de 106 y cuando sube las escaleras –no tienen ascensor y viven en un segundo– le duelen las rodillas".
Además, desde que se conoció que iba a lanzar el chupinazo, Vicenta ha tenido que lidiar con la fama y la infinidad de entrevistas a medios de comunicación. "Nos ha sobrepasado porque no pensábamos que fuera a tener tanta repercusión. Estos últimos días se ha agobiado un poco porque estaba con mucha gente, concedía muchas entrevistas, hablaba por teléfono€", apunta su hija. Eso sí, después disfruta de la recompensa: "Me dice, 'hija, déjame la tablet, que me quiero ver'. O 'qué fotografías tan bonitas me han sacado'", confiesa Begoña.
Muy querida
Vicenta es sencilla, amable y cariñosa y se ha ganado el corazón de sus vecinos porque canta, ríe y charla con cualquier persona del barrio. Y siempre, esboza una sonrisa. "Es feliz solo con ver a la gente", asegura su hija. "Me gusta estar con la gente. Hablo con quién sea. Da igual quién sea. Estoy a gusto con él. Y si quiere que cante, pues canto, aunque sea mal", bromea Vicente.
Los vecinos de la Txantrea quieren mucho a Vicenta y el cariño especial se ha reflejado en diferentes actos de homenaje que se han organizado este último mes. Por ejemplo, celebró su 106 cumpleaños rodeada de familiares y vecinos en una fiesta en la que no faltaron ni músicos ni gigantes.
También es conocida en el barrio por su faceta musical. A una madre hay que querer, la jota que cantó ayer, le catapultó a la fama hace tres años al conseguir más de 10.000 visitas en Youtube.
"Se pega todo el día cantando. Si alguien va y le pincha, enseguida se pone a cantar en la calle porque es navarrica de pura cepa", asegura su hija Begoña, que ha visto a su madre en acción en un sinfín de ocasiones: San Fermín, San Fermín Txikito, cualquier día en la Txantrea o en los bares Ona y Sorgiñe, donde recita jotas con el Maño y el Perico.