Unas gafas de realidad virtual, unos cascos, un mando. No, no es el momento de adentrarse en un videojuego. Es la hora de “ser espectador de alguien que baila muy cerca tuyo” aunque en realidad no esté físicamente al lado. Fake freedom está todavía en desarrollo, pero este próximo día 27, Doos Colectivo quiere compartir “un aperitivo” del trabajo que está realizando con cualquier persona que quiera descubrir en qué consiste la experiencia de videodanza inmersiva.
No se busca ningún perfil en concreto. Todo lo contrario. Cuanto más diverso sea el público, mejor. Acudir es gratuito pero como es necesario saber cuántas gafas se van a requerir y qué turnos se van a tener que realizar, se pide solicitar plaza a través del correo electrónico info@hibridalab.eus. La experiencia en sí dura como cinco o seis minutos. “Nos interesa, sobre todo, el feedback de la gente, es lo que más nos va a ayudar en el proceso”, apunta Jemima Cano, responsable de la idea y de la realización de la misma.
Desde el pasado diciembre y hasta finales de este mes, Doos Colectivo se encuentra en la capital alavesa desarrollando esta propuesta gracias a una residencia becada de Hibridalab, el Centro de Innovación Abierta y Transferencia Creativa de Álava que se puso en marcha el año pasado en la sede del antiguo Archivo Foral, en la avenida Miguel de Unamuno. El arrope de este espacio está sirviendo para dar forma y fondo a una iniciativa que, ya desde su título, habla de la falsa libertad para intentar reflexionar “sobre si realmente somos tan libres como nos creemos o sobre si las cosas externas, en muchos casos digitales, nos afectan más de lo que pensamos”.
Otros públicos
“No sustituye al teatro. Ni siquiera es un complemento. Es otra vía”, otra forma de expresar, transmitir y conectar que “nos sirve, además, para romper barreras. Estas gafas modernas y blancas atraen a quien quizá no le atrae un espacio tan bonito de terciopelo y madera como el Principal. Hay gente, sobre todo de determinada edad y background cultural, a la que no le interesa la sala decimonónica de teatro. Da igual que invites a estas personas o las campañas de mediación que quieras hacer. Estas gafas, en cambio, nos permiten llevar la danza a personas, espacios y colectivos que no van al teatro”.
Recuerda Cano que en el confinamiento “compañías de danza que no estaban muy presentes en redes, de repente colgaron actuaciones enteras sin parar. Pero yo pensaba que aquello no tenía sentido. Si tenemos que comunicarnos con los espectadores en pantalla, tiene que ser con algo hecho para la pantalla” y de ahí apareció una primera idea, Within.
De ese proyecto inicial –que se está distribuyendo en festivales y teatros dentro de sus programaciones paralelas– se está dando el paso a Fake freedom, una experiencia de danza inmersiva –es decir, que rodea al espectador 360º– “a la que, de momento, solo se accede a través de gafas de realidad virtual”.
Por ahora, la experiencia dura unos cinco minutos aunque se espera que llegue a 15. Está previsto que para finales de este año, el camino –en el que Doos cuenta con el apoyo de Teatro Barakaldo/Dantza Labea, La Fundición y Teatro Arriaga– pueda estar completado gracias a nuevas residencias tanto en Zaragoza (en el centro Etopia) como en un país europeo. “Lo que nos queda es que con tus manos puedas escoger más cosas que la siguiente escena, como pasa ahora. Es decir, que puedas alterar lo que ves, cambiar la cara de quien baila, el fondo o acercarte a un elemento, incluso tocarlo”.
Rendimiento económico
Al final de todo el proceso estaría la posibilidad de distribuir la pieza y obtener ingresos por ello. “Hoy hay más de cinco millones de personas en el mundo que tienen las gafas Oculus, que son las que usamos aquí. Es fácil pensar que entre esa gente hay quien puede sentir interés por contenido cultural”, apunta Cano en torno a una propuesta en la que está contando con el trabajo de Iker Pomposo (codirección y programación), Zabala (música y espacio sonoro), Paula Nieto (3D y asesora de experiencia de usuario) y Janire Orduna (logo).
En todo el camino hay mucha prueba y error. “Técnicamente se pueden hacer virguerías, pero debes tener en cuenta que hay cosas que marean y mucho. Que se pueda hacer no significa que haya que hacerlo”. Eso, por supuesto, sin perder de vista el sello y la poética de la compañía, “que está presente en todo lo que hacemos y en esto también”. Aún así, Cano explica que quienes bailan, lo hacen diferente a si se está pensando en un montaje con el público presente, ya que en ese caso la gente casi siempre está enfrente. “Aquí no, aquí es todo lo contrario”.
En Fake freedom están siendo Eva Guerrero –la otra mitad de Doos Colectivo–, Olaia Valle y Aritz López quienes bailan dentro de ese mundo virtual en el que la música y los textos también tienen una importancia básica. Pero hay vivencias que no se pueden expresar del todo con palabras. Toca sentirlas en primera persona. Este día 27 es la oportunidad de hacerlo.