Athletic y Villarreal aparecen juntos en la clasificación, empatados a puntos y con registros calcados en casi todos los apartados, incluso en la diferencia entre goles a favor y en contra, aunque el Athletic meta y encaje más. Así que resulta inevitable considerar lo de esta tarde como un duelo de rivales directos. Dos aspirantes a plaza europea que abanderan concepciones futbolísticas dispares: uno promueve ritmos altos y una férrea voluntad ofensiva, mientras que el otro prefiere la elaboración y la pausa. El histórico de resultados, sobre todo el reciente, concede cierto margen al conjunto rojiblanco, pero ya se sabe que su influencia no se dejará sentir hoy.
El cambio de entrenador producido en el Villarreal esta semana ha acaparado muchos titulares, pero nadie puede calcular su influjo, menos aún con un margen de tiempo tan escueto. Merece más la pena fijarse en que con Unai Emery fue capaz de avanzar hasta ponerse a la altura del Athletic pese a gestionar un calendario bastante más exigente. A resaltar que ha disputado siete de las once primeras jornadas ligueras a domicilio, con la particularidad de que cuando ha ejercido de anfitrión lo ha hecho en el campo del Levante por las obras que se realizan en el Estadio de la Cerámica. Además, ha tenido que intercalar hasta siete encuentros en el marco de la Conference League, todos saldados con triunfo salvo el último, el del pasado jueves, ya con el billete para la siguiente ronda en el bolsillo. Este sirvió para que debutase Quique Setién, que apostó por los hombres menos habituales.
En San Mamés saldrá un Villarreal muy reconocible, del tipo que solía escoger Emery. Más incógnitas sobrevuelan en torno a la fisonomía que presentará un Athletic que suspira por enterrar el disgusto que provocó en el Camp Nou. Más que la impotencia que transmitió frente al Barcelona, sería la tónica de un mes donde aún no ha sabido ganar lo que le obliga a invertir una tendencia que, de prolongarse, puede generar desasosiego, dudas y hasta temores. No es cuestión de cargar las tintas, cualquier equipo experimenta altibajos, pero en este caso el problema acaso radique en que da la sensación de que la idea original, el plan que sirvió para tomar carrerilla en agosto y septiembre, se ha resentido.
Sin Muniain
Una serie de jugadores, integrados en el bloque que Ernesto Valverde ha empleado constantemente, hace tiempo que dejaron de funcionar correctamente y no parece que haya que rebuscar más para dar con el origen de la pérdida de pujanza observada. De ahí que despierte la curiosidad la composición del once que recibirá al Villarreal. Sancet y Muniain no figuraron de salida en Barcelona, pero allí y previamente hubo más gente que dio síntomas de no hallarse en la mejor condición. Yuri demostró hallarse lejos de coger la forma, Iñigo volvió a pasar apuros, Herrera aguantó veinte minutos en su segunda titularidad, Berenguer ni compareció y los hermanos Williams apenas tuvieron peso en el juego. Demasiadas pegas para que el colectivo alcance el tono preciso para competir con opciones.
Valverde puede activar diversas alternativas, pero no cuenta para ello con Muniain, que causa baja por una lesión muscular. Su ausencia fue la gran sorpresa de la lista, también la presencia de Herrera, quien ha sanado en tiempo récord tras solicitar el cambio el domingo. Otra cuestión es que esté para jugar de inicio, lo que se antoja improbable. Variaciones de salida habrá, pero son incógnita tanto en número como por la identidad de los elegidos. Quizá sea previsible la vuelta de Sancet para formar línea junto a Vesga y un tercer elemento a escoger entre Zarraga y Vencedor, dado que Dani García continúa en la enfermería. Desde luego, el perfil del rival aconseja reforzar la zona ancha, donde el Villarreal acostumbra a marcar la pauta con su forma de tocar y tocar, aunque muchos pases sean hacia atrás o en horizontal, a la espera de dar con un resquicio para acelerar en el último tercio.