Luis Camino Maresma, músico, compositor y percusionista. Así figura en la Wikipedia. Su trayectoria en el mundo de la música es rica y dilatada y, en consecuencia, difícil de resumir. Con Txetxo Bengoetxea y Alfredo Beristain creó el grupo 21 Japonesas. A lo largo de su carrera ha compartido grabaciones y conciertos con músicos de la talla de Karlos Giménez, Iñaki Salvador o Pascal Gaigne, entre otros, y en su más que nutrida lista de colaboraciones nos encontramos nombres como Mecano, Alex y Cristina, Celtas Cortos, Mikel Laboa, Benito Lertxundi, Barricada y un larguísimo etcétera. Su espíritu nómada ha hecho que haya recalado en lugares diversos pero en India parece haber encontrado un hogar por elección.
¿Qué vueltas de la vida le han llevado a India?
De alguna manera, el destino con sus vueltas me ha traído hasta aquí. La primera vez fue en 1999 de la mano de alguien que conocía muy bien el país, por lo que tuve bastantes facilidades. Una vez tienes el primer contacto con India, te dejas llevar por lo que sientes y siempre me he sentido como en casa.
Ha adoptado como propio un país muy diferente.
Lo he adoptado como propio por un sentimiento emocional de pertenencia y permanencia, ayudado por las circunstancias de una vida cada vez más difícil en Donostia y a su vez, una vida mucho más fácil aquí. Todo ha caído por su propio peso.
En un país tan inmenso, ¿por qué ha elegido Pushkar?
Vivo en la ciudad sagrada de Pushkar, Ciudad del Loto Azul en castellano, situada en el estado de Rajasthan. En principio me quedé prendado en Jaisalmer por historias que tienen que ver con la música, como la de la casta Manghaniyar, en la que desde el abuelo hasta el nieto son músicos increíbles y sus músicos musulmanes, en un alarde de coexistencia, cuidan los templos hinduistas de la diosa Rani Bhatiani como pago por el nombramiento en su día del estatus de casta por el Maharaja de Jaisalmer. Eran intocables sin casta y así consiguieron su estatus social. Es lo que tiene ser los mejores músicos reclamados por las fiestas del Maharajá y no poder acceder a palacio por ser de los sin casta. Una historia preciosa.
¿Su vínculo vital con la música continuó en Pushkar?
En mis primeros años aquí edité varios CD en los que incluía grabaciones de campo de estos personajes e incluso edité, con la ayuda del inestimable amigo/hermano, Pradeep Sharma, mi trabajo Dancing Mantras, de venta única en India, además de haber vendido unas cuantas copias en su día en la librería Garazi de la calle Matia del Antiguo.
La música ha tenido un peso fundamental en su vida. ¿Qué importancia tiene ahora?
La música es vital, nada se hace sin música. Otra cosa son los vuelcos que ha dado el asunto a raíz del covid y las diversas crisis eternas que atraviesa el sector y todos los sectores en general, siendo el nuestro totalmente menospreciado por los estamentos políticos. Cantar y tocar da pocos votos. En los últimos tiempos, añadiendo a su vez los cambios generacionales y de funcionamiento del público, ser músico y vivir de ello sin dedicarte a la docencia es tarea prácticamente imposible.
¿Cómo se amolda un antiguotarra a una forma de vivir tan diferente? ¿Qué se deja por el camino?
No me preocupa lo que uno deja por el camino. En mi caso con mi apellido, menos (se ríe). Vivimos tiempos en los que pocos están seguros en lo que hacen o tienen y más que nunca hay que analizar el presente, el día a día. India es como un mundo paralelo en el que perviven, y en muy buena forma, los valores humanos que tanto echamos y echaremos de menos en el mundo occidental. El miedo a perder estatus y el acopio material que existe en Occidente hace que la mayoría viva en una situación de estrés que no es sana ni para la cabeza ni para el corazón.
¿En India no es así?
El sistema capitalista occidental se devora a sí mismo y hemos llegado a un punto que, si bien pudiera tener retorno, veo muy difícil que llegue. Se tapan los problemas reales con petachos insuficientes que no hacen más que aumentar las dificultades de dar con soluciones efectivas. Cuando el petacho se rompe, el agujero es mayor.
¿Se aprende a vivir a otro ritmo?
Es el ritmo el que te marca la manera de vivir. Solo hay que ser flexible y aceptar los cambios como vienen. Y es que vienen porque son lo mejor que te puede pasar y así hay que verlo. Forzar cualquier situación solo lleva al agobio de no cumplir tus expectativas que, por otra parte, puede que ni sean reales.
¿Cómo es el día a día en Pushkar?
El día a día tiene una parte rutinaria: mercado, lavar la ropa, hacerte la comida, limpiar la casa..., y mucha parte sorpresiva, por el carácter de la gente aquí. Los cambios culturales tan pronunciados hacen que minuto a minuto te lleves la sorpresa de conocer algo nuevo y esto hace que cada día te alimente el alma. Además, si algo tiene de característico la gente de aquí, es que debes estar alerta en todo momento. No es una alerta de miedo en ningún caso. Ellos son rapidísimos en todo y yo soy goro (extranjero), y esto hace que muchos se froten las manos al verte andando hacia su tienda, por ejemplo. Este estar despierto cada segundo es lo totalmente opuesto al sedentarismo que impera mayormente en la sociedad occidental. Una vez que te has comprado el mejor sofá, hay que amortizarlo. Hay gente de todo tipo allí y aquí, por supuesto, pero la esencia que conforma el carácter de la gente, es plenamente humana aquí.
Sabemos por sus allegados que no se aburre, que incluso ha tenido una experiencia como modelo.
La experiencia como modelo ha sido circunstancial, ya que me abordaron en la calle unos jóvenes emprendedores que dirigen la marca de ropa @Crystal_heal, que estaban convencidos de que les vendría bien mi imagen para algunas de sus creaciones. Además, pagaban, así que, ¿por qué no? Como suelo decir por experiencia propia: Nunca digas nunca jamás. Ayer recibí un mensaje de estos jóvenes citándome para un pase de sus creaciones en Jaipur, capital de Rajasthan, para dentro de un mes o dos. No me niego a nada y de todo se aprende.
¿Qué proyectos laborales baraja?
Estamos barajando la posibilidad de jugar a cartas, ja ja. No, es una broma. En esta ocasión tras llegar me moví para intentar trabajar en las tres disciplinas que me son familiares: música, fotografía y cocina. Han salido algunas cosas, pero mi pareja Ana y yo estamos valorando la posibilidad de reconvertir la tienda de Pradeep, situada en un lugar preferencial en Pushkar, en un negocio propio compartido con él. Estamos bastante entusiasmados porque creemos que hemos dado con la tecla de lo que falta en Pushkar. El tiempo nos contestará.
¿Cómo es la experiencia de montar un negocio en India?
Quizás mucho más fácil que en nuestra tierra, aunque es obligatorio contar con un socio indio para hacer cualquier cosa y es ahí donde reside la dificultad. Debes tener alguien de confianza total aquí y eso lo he conseguido con la relación que nos une a Pradeep y a mí después de 23 años de visitar el país.
La fotografía es otro de sus amores. ¿Es India un paraíso para un amante de la fotografía?
Total. Es el país del color, sin menospreciar lo que puedes conseguir en blanco y negro. Aprovecho para contar que desde el principio colaboro con la ONG www.pushkargirls.org, llevando a muchas niñas huérfanas de los alrededores de Pushkar a los colegios de sus barrios con un programa de ayudas que me convence totalmente, porque conozco ya más que bien el asunto y cada donativo llega a las niñas en su totalidad. Dejándonos de tonterías, no hay oficinas, coches o sueldos que mantener en la ONG, así que hace ya algún tiempo que he hecho varias exposiciones con una selección realizada de entre las más de 20.000 fotos que tengo acumuladas en los años de estancia y visitas aquí. El objetivo es vender imágenes como una forma de ayuda a este colectivo.
¿Cómo se teje una persona llegada de Donostia una red social que le sustente en India?
Poniendo encima de la mesa un buen corazón y siendo flexible en tus gustos y costumbres. Solo así encontrarás a las personas adecuadas. En un país de la talla humana de India, el karma funciona. Si das recibes y si vuelves a dar, vuelves a recibir.
¿Ve su futuro en India o es mucho decir?
No existe el mucho decir y si existe, en todo caso, solo es decir. El presente es lo que pesa y lo que dirige el futuro inmediato. Hoy en día en ocho o nueve horas estas en Delhi o en Donostia y me conecto con la familia y amigos con la misma facilidad que viviendo en Villabona. Las distancias están más en la cabeza que en otro sitio. ¿Quién sabe con total seguridad al 150% donde va a estar mañana?