“Cuando hace 25 años nos metimos a producir y vender nuestro propio vino ecológico la gente se pensó que fracasaríamos o que era una idea como de hippies y eso que nosotros nacimos por así decirlo debajo de las cepas”, recordaba Jorge Ripa, quien con apenas 22 años aceptó el reto de su hermano Raúl de vender todo el vino que produjeran. Para entonces ya tenían claro desde 1996 que su producción de viña sería en ecológico.
Inicialmente se pusieron a hacer vino alquilando espacios en otras bodegas “estuvimos en Azcona, Artazu y Milagro”, recordaba Jorge, finalmente, entre 2002 y 2003 pusieron en marcha una nueva bodega de su propiedad en el término municipal de Igúzquiza.
Esta pareja de hermanos de Estella-Lizarra apostaron entonces porque su ubicación estuviera en los propios viñedos cercanos a Irache en terrenos lindantes al Camino de Santiago. “Al principio nuestra idea era la de vender el vino como fuera pero luego vimos que en la exportación podríamos tener más rendimiento y apostamos por ello y para 2003 ya embotellamos toda nuestra producción”, aseguró Jorge, quien recuerda con resignación las dificultades de su trabajo comercial en sus inicios en los que “desde Igúzquiza intentaba vender su vino de Navarra por todo el mundo”. Una apuesta que fue saliendo y que les animó a ampliar primero el doble de la superficie de las naves de la bodega en 2010 y también las 65 hectáreas que recibieron de su padre y que hoy ya son 150 de viñedos.
Su extraordinaria ubicación jacobea y su cercanía a la A-12 hizo que desde el principio fuera una bodega muy visitada. “Al principio venían muchos jubilados que pasaban por Irache”. Unos comienzos en los que también popularizaron en Tierra Estella los viajes en globo por los viñedos y que poco tienen que ver con sus vertientes de negocio de la actualidad en las que ya no hay subidas al aerostático “por problemas de normativas” pero en las que organizan salidas a los viñedos “copa en mano” y también distintas catas.
Otro de los hitos de esta pequeña bodega de Tierra Estella fue la apertura de sala de enoturismo, “la verdad es que empezó mal porque fue justo antes de la pandemia pero ahora le estamos dando mucho uso”.
Una de las apuestas de los hermanos Ripa por abrir negocios en el territorio son sus dos alojamientos. Por un lado, la Casa del Cura, en la cercana localidad de Aberin y el último proyecto que supuso nada más y nada menos que la recuperación de todo un edificio medieval en la emblemática plaza de San Martín de Estella-Lizarra, donde abrieron el bar Parranda, en el que se pueden pedir vinos de todo el mundo, “eso sí, junto con los de Quaderna Vía”. Arriba también habilitaron un duplex con el nombre de La Casa de los 1.000 años, para seis u ocho personas. Una apuesta por la agricultura y la enología ecológica que actualmente tiene su continuación entre la hostelería y el turismo que dan vida y trabajo en distintos territorios de la Merindad de Estella.