Si hay un jugador que está acaparando todos los focos en el Athletic –próximo rival del Deportivo Alavés el viernes– en este arranque de la temporada ese es, sin duda, Daniel Vivian Moreno. En la campaña de su estreno en el primer equipo rojiblanco –tras pasar por el filial y militar como cedido el pasado curso en el Mirandés–, se ha convertido en indiscutible en el centro de la zaga junto a Iñigo Martínez. Marcelino le dio la alternativa en el debut ante el Elche y desde entonces ha estado siempre en el once inicial salvo en el choque de la sexta jornada ante el Rayo. Curiosamente, el que supuso la única derrota encajada hasta ahora por el conjunto vizcaíno. Por si fuera poco, se ha estrenado además como goleador firmando el tanto que abrió el camino hacia el triunfo sobre el Mallorca hace algo más de dos semanas.
Un expediente más que notable que le ha catapultado de golpe al primer plano futbolístico sacando a la luz la historia de esfuerzo, sacrificio y dedicación que le acompaña desde que comenzó a dar sus primeras patadas al balón en el patio del colegio San Viator. Porque aunque muchos quizás lo desconozcan la nueva perla del Athletic tiene label alavés y nació el 5 de julio de 1999 en Vitoria-Gasteiz. A su lado desde ese primer instante y hasta la actualidad ha estado siempre José, su padre, que ha querido compartir con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la trayectoria de su hijo y las sensaciones que está viviendo toda la familia a su lado.
Con una sonrisa casi perenne en el rostro, el progenitor de Vivian no puede ocultar que están disfrutando de un momento muy especial. "La verdad es que estamos en una nube, muy contentos por todo lo que está consiguiendo. Es su primera temporada, llegaba de una cesión y tiene que competir con gente muy buena pero ver que el trabajo está dando sus frutos para nosotros es una alegría inmensa. Daniel está muy, muy, muy contento, como te puedes imaginar", confiesa.
Y es que la espectacular irrupción en la Liga de las estrellas que ha protagonizado el zaguero gasteiztarra sobrepasa incluso sus mejores sueños. "Por supuesto, pero lo que ocurre es que él ya va con esa mentalidad. Sale fuera, ve lo que hay y dice, voy a hacer la pretemporada como tengo que hacerla. Y si pongo todo seguro que llega la recompensa. No tiene miedo y va siempre con las aspiraciones de conseguir lo que está haciendo. Porque es así. Siempre con todo el respeto del mundo porque hay jugadores de mucha calidad pero tienes que pensar en ti como hace él. Ponerte firme y pelear por el puesto, no vas a empezar pensando en estar en el banquillo", apunta.
En este sentido, José pone de relieve otro de los principales rasgos del carácter de su hijo, la madurez. "No es ningún pipiolo. Es joven pero lleva toda la vida en esto y ya no es ningún niño. Entonces las aspiraciones van creciendo a medida que se va aprendiendo", explica.
Pero el camino para llegar hasta este punto ni mucho menos ha resultado sencillo para Dani Vivian y su familia. Como cualquier otro niño, dedicó gran parte de su infancia a practicar deportes, en especial fútbol y judo, destacando rápidamente en ambos. Comenzó a jugar en el San Viator –donde estudiaba– y ya acudió a varias jornadas de tecnificación de la Real Sociedad. De ahí pasó al Alavés, donde permaneció una temporada, y al Lakua Arriaga, donde también estuvo bajo el radar del Athletic. Un nuevo cambio le llevó al Ariznabarra, en el que completó tres temporadas consecutivas.
Punto de inflexión Y fue entonces, en el verano de 2015, con apenas dieciséis años recién cumplidos, cuando tuvo lugar un punto de inflexión nada fácil de protagonizar. Decidido a hacer todo lo posible para encontrar un hueco en el primer nivel, planteó en casa la opción de abandonar la zona de confort y cambiar de aires. No se trataba, sin embargo, de un traslado con la invitación de un grande detrás, sino que fue el propio futbolista y su entorno quienes tuvieron que buscarse la vida.
Acabada la temporada de Liga Vasca cadete, contactaron con el Santutxu –al que se habían enfrentado– para saber si le interesaría incorporarlo a sus filas. Su presidente, Miguel Ángel Gómez Mitxelo no lo dudó ni un segundo. "Le seguía desde hacía tiempo pero al ser de Vitoria ni pensaba en la posibilidad de traerle por los problemas de viajes y estudios", confesaba el padre de Ibai Gómez.
El fichaje finalmente se concretó aunque, como es lógico, no fue una decisión sencilla de tomar en el seno de la familia Vivian. "Está claro que te lo piensas muchas veces, porque era ir y venir todos los días, estás con los estudios y todo y es difícil... Llevar todo adelante como ha hecho cuesta mucho. Mucho trabajo. Nosotros hemos ayudado en lo que hemos podido pero le dimos muchas vueltas pensando en el sacrificio que estaba dispuesto a hacer Daniel. Porque él estaba entregado, quería jugar a fútbol y veía que tenía que dar ese salto pero la responsabilidad de que sea tu hijo te hace planteártelo, porque es durillo. Es mucha entrega existiendo la posibilidad de no conseguir las cosas, porque hay que ser conscientes de que puede suceder eso. Y gracias a Dios todo ha ido bien", rememora José.
Los comienzos en el Santutxu no resultaron fáciles para Vivian, ya que una enfermedad le mantuvo en el dique seco hasta diciembre. Sin embargo, a partir de ese momento, el crecimiento del central ha sido continuo. "Empezó a jugar en el Juvenil C cuando comenzó a entrenarlo Ibai Gómez y fue una maravilla, aprendió muchísimo", revela su progenitor. Tanto que unos meses después ya estaba pasando unas pruebas con el Athletic, al que se incorporó primero como integrante del Baskonia y después de su primer filial. En ambos destacó –hace dos campañas ya entrenaba con asiduidad a las órdenes de Gaizka Garitano, coincidiendo curiosamente sobre el césped con el que había sido su entrenador, Ibai Gómez,– y el curso pasado fue cedido al Mirandés con el objetivo de curtirse en Anduva. Todo ello sin abandonar los estudios de Dirección y Administración de Empresas que continúa cursando.
Madurez y liderazgo Pese a ser un recién llegado y sin apenas experiencia, a las pocas semanas ya lucía el brazalete de capitán y se ganó un puesto indiscutible en el eje de la retaguardia mirandilla, disputando 32 partidos y anotando dos goles. Una capacidad de liderazgo que sin duda es otra de sus grandes virtudes y que, como desvela su padre, también es marca de la casa. "Es muy entregado. Aquello que hace, lo que diga, lo va a llevar adelante. Sin ninguna duda. Por su parte nunca va a quedar nada. Después, como todo en la vida, las cosas te pueden salir o no pero, sinceramente, es difícil que Daniel se proponga algo y no lo consiga. Porque es un chaval que aparte de poner todo él observa mucho, recoge de la gente buena que tiene alrededor, como le está sucediendo, y absorbe todo para hacerse mejor. Por eso es una gozada para él tener compañeros tan buenos, porque siempre va a aprender de todos. Cuanto mejor sea el compañero, mejor va a ser él. En lo personal es muy buen chaval, muy noble, muy disciplinado y yo lo veo muy listo (risas). Pero claro, soy su padre, qué voy a decir", describe José.
Un amor paterno-filial que, no obstante, no evita que mantenga la máxima prudencia en su discurso al aventurar el futuro que le aguarda a su vástago. "Al final tiene solo 22 años y como quien dice está empezando como profesional. ¿El techo? Dios dirá. Que siga haciendo las cosas como las hace y se pondrá seguro donde todo su esfuerzo le lleve", reflexiona. Lo que está claro, de momento, es que si el Alavés desea regresar a casa este viernes con los tres puntos tendrá que ser capaz de superar la feroz resistencia que a buen seguro le planteará Vivian, el nuevo león alavés.
Con apenas 16 años decidió probar suerte en el juvenil del Santutxu, donde estuvo a las órdenes de Ibai Gómez y desde el que llegó a Lezama
Tras jugar cedido el curso pasado en el Mirandés, donde fue capitán, ha arrancado como titular junto a Iñigo Martínez y ha marcado un gol