Esto no va, para nada, de que "Es que ahora los jóvenes no se quieren privar de nada", "es que prefieren irse de vacaciones o tomar algo con los amigos que comprarse una casa", "es que en mis tiempos no había esos lujos y no te ibas de vacaciones sin haber terminado de pagar la hipoteca". Muy legítimo pero, hoy en día, la independencia -ya sea mediante compra o mediante alquiler- no tiene el mismo coste que antes. Basta ver los precios de los pisos y el nivel medio de los sueldos para comprobarlo.

Antes, con un par de años ahorrando todo lo posible, llegabas. Hoy en día los jóvenes saben que ni aún así van a poder. Hagan un cálculo sencillo: "¿Cuánto cuesta un viaje? Ponga 1.000 euros, 2.000 euros. ¿Cuánto cuesta la entrada para un piso? De 40.000 euros es difícil que baje, dependiendo del lugar del tamaño de la vivienda. ¿Qué pasa con el alquiler? Que ha subido más de 840 euros de media en las capitales, 750 euros en el resto de municipios.

Si esperamos a pagar el piso antes de empezar a vivir, algunos se van a jubilar y todavía no habrá pasado. Y esto tiene otra vertiente muy endemoniada: que, cuando salgamos con amigos a tomar algo, podamos pensar que estamos haciendo algo mal. Que no deberíamos estar haciendo eso, que lo que tendríamos que hacer es estar ahorrando para el piso. Hay que vivir acorde a lo que uno ingresa, sí, pero vivir no va solo de números. Va también de eso intangible pero igual de necesario, si no más, como es la de cuidar nuestra salud mental, nuestras redes sociales. En definitiva, somos animales sociales. Debemos salir de casa y estar con los nuestros. De eso va.