Vladik Kosukha tiene 18 años. Estudiaba y trabajaba cerca de Kiev y podemos decir que es un afortunado porque logró salir de Ucrania un par de días antes de que comenzara la guerra. Sin embargo su familia está allí asustados y esperando a que esto acabe. "Ucrania tiene que seguir las conversaciones y hacer lo posible para que acabe la guerra", afirma. "Nos duele un montón ver a la gente que está allí. Todo el mundo debe saber cómo están las cosas", destaca.
Dasha Homolytska tiene 25 años. Llegó el 9 de marzo a Donostia y vive con la que ha sido su familia de acogida. Su familia sigue en Bucha ahora en manos rusas. "Estoy muy orgullosa de mi gente, de cómo defienden su país", subraya y destaca que apenas habla con sus padres porque "los móviles están controlados".