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Volcanes y muchos secretos: seis lugares que no te puedes perder si viajas a Lanzarote

También conocida como La isla de los Cien Volcanes, Lanzarote es geología pura, un lugar mágico con una belleza única. Su paisaje, que muchos definen como lunar, no deja indiferente a los miles de turistas que cada año se acercan hasta allí

Bañada por el océano Atlántico, Lanzarote se posiciona en el archipiélago canario como una de las islas más bonitas. Declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1993, este atractivo destino es también conocido como la isla de los Cien Volcanes debido a su origen volcánico, que ha sido determinante para la configuración de una geografía de más de trescientos conos volcánicos.

Sus paisajes y su curiosa naturaleza han convertido a Lanzarote en un destino elegido por miles de turistas cada año, que llegan atraídos por los restos de sus numerosos volcanes, pero también por los paisajes que han modelado el mar y el viento a lo largo del tiempo.

Entre sus paisajes sorprendentes están los más conocidos, como los Jameos del Agua, el Parque Nacional de Timanfaya o la Cueva de los Verdes, pero hay otros rincones igual de bonitos y menos conocidos para quienes quieren descubrir la isla en profundidad. Hablamos de las Grietas de Montaña Blanca, Los Roferos, Hervideros, La Graciosa y el Mirador de Famara.

Algunos de ellos, poco a poco están adquiriendo más protagonismo entre los turistas, especialmente después de aparecer en redes sociales como Instagram y conquistar a muchos seguidores por su particular belleza natural.

Las Grietas de Montaña Blanca.

Las Grietas de Montaña Blanca. Ana Alda

Las Grietas de Montaña Blanca

La ladera del volcán Montaña Blanca, cerca de Puerto del Carmen, se ha convertido en uno de los nuevos atractivos para quien visita Lanzarote tras la aparición de tres grietas volcánicas que dejan al descubierto las capas de lava de las diferentes erupciones.

Salvando las distancias, recuerdan a una versión en miniatura de los cañones de Arizona y Utah. Aunque no tienen mucha profundidad, unos 20 metros de longitud, se puede caminar por ellas y observar los estratos de las capas de lava y de los sedimentos.

El mar se cuela entre los recovecos de la roca en Hervideros.

El mar se cuela entre los recovecos de la roca en Hervideros. Ana Alda

Hervideros

En la zona suroeste de Lanzarote, cerca de El Golfo, se encuentra este lugar en el que el mar parece bullir entre las cuevas y los acantilados, de ahí su nombre.

El rápido enfriamiento de la lava al contacto con el agua, unido a la acción erosiva de las olas, creó un peculiar paisaje costero que se puede descubrir al recorrer los caminos, pasarelas y miradores preparados para ello.

Los días en que el mar está más bravo, el agua sube hasta la superficie a través de las cavidades de las rocas y el resultado es un espectáculo maravilloso.

Atardecer desde el mirador del Risco de Famara.

Atardecer desde el mirador del Risco de Famara. Ana Alda

El mirador del risco de Famara

En el noroeste de Lanzarote se extiende, a lo largo de más de cinco kilómetros de largo, la playa de Famara, famosa por su belleza salvaje, su arena dorada y sus condiciones perfectas para practicar surf. Está ubicada dentro del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, entre el pueblo de La Caleta y el risco de Famara, nuestro objetivo de hoy.

El risco de Famara es un acantilado que se extiende a lo largo de 22 kilómetros, con alturas de entre 400 y 600 metros, siendo su punto más alto las Peñas del Chache, a 671 metros sobre el nivel del mar. Si a pie de playa se ve como una pared de roca que parece fundirse con el mar, desde las alturas aún resulta más impresionante.

Subir al mirador del risco de Famara no es difícil, puede hacerse en coche por la carretera –bastante estrecha– que conecta Haría con Teguise. Una vez arriba se puede aparcar en un espacio destinado para ello y disfrutar del paisaje. Quien aún busque un plus en esta zona, puede ir en busca de una famosa piedra que se ha convertido en un lugar muy instagrameable. Hay que coger un sendero a mano izquierda y seguir andando durante unos metros para llegar y descubrir esa panorámica hacia la playa de Famara.

La Graciosa, una pequeña isla a un kilómetro de Lanzarote.

La Graciosa, una pequeña isla a un kilómetro de Lanzarote. Ana Alda

La Graciosa

La Graciosa es un pequeño paraíso, una isla tranquila y serena de reducido tamaño. Cuenta con unas dimensiones de apenas 30 kilómetros cuadrados de tierras volcánicas.

Lo habitual es observarla desde el Mirador del Río, en Lanzarote, pero hay opción de acercarse a esta pequeña isla que queda separada a tan solo un kilómetro. La única forma de llegar a La Graciosa es en barco, pero es una excursión que merece la pena para quien quiera descubrir uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas.

La Graciosa cuenta solamente con dos pequeños pueblos de casitas blancas y carreteras sin asfaltar entre los que se reúnen apenas 700 habitantes: se trata de Caleta del Sebo y Pedro Barba.

La caldera del volcán del Cuervo.

La caldera del volcán del Cuervo. Ana Alda

Volcán del Cuervo

Entre el Parque Nacional Timanfaya y la zona protegida de La Geria se encuentra el cráter del volcán del Cuervo, cuya historia se remonta a 1730, cuando entró en erupción. Es un lugar que merece la pena visitar para entender la historia vulcanológica de la isla, ver in situ cómo es la caldera de un volcán y descubrir otro paisaje único que define a Lanzarote.

Para visitarlo, se puede dejar el coche en un aparcamiento habilitado y arrancar desde ahí la ruta circular. El sendero es muy sencillo, de poco más de dos kilómetros, y como simple recomendación, llevar zapatillas de deporte. Se trata de un paseo por cenizas volcánicas que conducen a los visitantes directamente hasta el cráter del volcán, lo que lo convierte en una experiencia muy especial. Por último, recordar que es una zona protegida y, aunque resulte tentador, está prohibido llevarse de recuerdo piedras volcánicas.

El paisaje casi lunar de Los Roferos.

El paisaje casi lunar de Los Roferos. An Alda

Los Roferos

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También conocido como La Ciudad Estratificada o Mataburros, este inhóspito paisaje se encuentra en el interior de la isla, entre Guatiza y Teguise, y es una parada imprescindible para los amantes de la fotografía, especialmente al amanecer y al atardecer, cuando los rayos de sol proyectan luces y sombras espectaculares. Se trata de un paisaje formado por cenizas volcánicas erosionadas, que se han sido moldeadas durante miles de años por el viento, el sol y la lluvia.

Sus rocas negras con oquedades le dan cierto aire misterioso y todo aquel que se acerca hasta allí coincide en que parece un paisaje propio de otro planeta.

2025-02-15T22:48:28+01:00
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