EL gol es el juez del delantero. Su evaluación constante. Es capaz de convertir un mal partido en una tarde para recordar y, también, de tener el efecto contrario. Un buen remate, unos pocos segundos y todo cambia. Iñaki Williams cumplió con prácticamente todo lo que debía de hacer. Trabajó a destajo, sus carreras fueron una constante fuente de peligro, pero le faltó lo más importante, el gol. Una vez más, dejó escapar demasiadas oportunidades. Algunas por mérito del portero y otras por errores propios. El marcador del Athletic se quedó en cero ante el Valencia en un día que mereció mucho más y el propio Williams fue el que más cerca estuvo de romper ese empate. El delantero rojiblanco vivió las dos caras de la moneda en menos de una semana. Pasó de ser el héroe ante el Atlético de Madrid, con un gol marcado y otro en propia provocado, a volver a reencontrarse con la senda del error y marcharse de vacío y dejando la sensación de que un único acierto suyo hubiera decantado la balanza.
Las señales de que no iba a ser una de las mejores tardes para Williams no tardaron en aparecer. Ocurrió en una jugada sin transcendencia, que luego quedaría anulada por fuera de juego, pero ya hizo que los fantasmas de las dudas comenzaran a asomarse. En el minuto 16, a Mamardashvili, muy impreciso en la primera parte, se le escapó un balón de las manos, en parte por mérito del propio delantero rojiblanco, que no dio por perdida la ocasión. Raúl García chutó y en el rechace, con toda la portería para él, Williams mandó el balón incomprensiblemente fuera. El banderín del fuera de juego se levantó, pero en la cara del bilbaino las muestras de decepción eran evidentes.
Williams tuvo otra oportunidad más para abrir el marcador en la primera parte con un tiro forzado, pero fue en la segunda mitad cuando las ocasiones pasaron por delante de él una y otra vez sin terminar en gol. Con el Athletic cada vez mejor en el campo y el Valencia tratando de defenderse, el ariete rojiblanco fue la punta de lanza de las ofensivas bilbainas. Su trabajo le permitió crearse muchas oportunidades y generar constantes desequilibrios al moverse por toda la zona ofensiva del campo. Sin embargo, no consiguió culminar sus ocasiones. La más clara de ellas llegó en el minuto 56. Williams se quedó completamente solo delante de Mamardashvili. Un mano a mano para perforar de una vez por todas la defensa valencianista, pero el portero acertó al sacar la pierna en el momento justo y evitar que el balón entrara. Fue una parada con ecos del pasado. Un déjà vu de la semifinal de Copa. Aquella vez los protagonistas fueron el mismo y, lamentablemente para el Athletic y Williams, el resultado final también.
Fue la ocasión más clara, pero no la única. Constante querer y no poder. Esfuerzo convertido en baldío a la hora de dar el toque definitivo al balón. Muchas ocasiones pero poco gol. Las oportunidades de Williams llegaron de muchas maneras. Se quedó cerca de conectar un remate en la línea de gol, un tiro suyo de fuera del área fue demasiado centrado y rondó el gol hasta el pitido final. En el 93, con el Athletic sacando mucho rédito de las jugadas a balón parado, Williams también encontró la manera de provocar peligro por alto. Fue un cambio de registro final, no tan habitual en él, pero que también hizo aumentar las pulsaciones de los valencianistas. El delantero remató un buen centro de Muniain, pero Mamardashvili, una vez más, volvió a dejarle sin celebración, esta vez con una buena estirada.
Estas ocasiones falladas volvieron a señalar a Williams. En la fina línea en la que se mueven los delanteros, con el gol como reflejo del éxito o el fracaso, el bilbaino se quedó sin marcar y, sobre todo, con un buen puñado de ocasiones falladas. Demasiados errores que ensombrecieron una tarde llena motivos más que suficientes para calificar su partido como bueno. El rojiblanco no escatimó en esfuerzos en ningún momento. Desmarques constantes para facilitar la salida de balón de sus compañeros en un día sin grandes alardes creativos y también bajó en numerosas ocasiones para ofrecer apoyos. Kilómetros y kilómetros al servicio del equipo. También eso permitió que dispusiera de muchas oportunidades y que los centrales del Valencia se las vieran y desearan para detenerle. Siempre en inferioridad numérica contra ellos, se las ingenió para aparecer delante de la portería. Pero el delantero queda juzgado por el gol y por las ocasiones falladas y ayer en ese balance Williams no salió vencedor.
Williams dispuso de varias ocasiones para abrir el marcador, pero se encontró una y otra vez con el portero valencianista
El delantero no escatimó en esfuerzos durante todo el partido y eso le hizo ser una amenaza constante, pero faltó el gol