Jeff Withey se perderá los próximos dos meses de competición por culpa de un esguince moderado en el tobillo izquierdo y una fractura de la base del quinto metatarsiano. El pívot estadounidense seguirá un tratamiento conservador, pero el Bilbao Basket estima un periodo de baja no inferior a seis semanas y, teniendo en cuenta que quedan solo dos meses y medio de competición, Withey estará fuera, en los cálculos más optimistas, en ocho partidos de la Liga Endesa y en los tres que faltan para concluir el Last 16 de la Basketball Champions League.
Este percance, sufrido en un entrenamiento durante este de nuevo nocivo parón competitivo, deja al equipo bilbaino sin su bastión interior, que en números se traduce en ser el jugador con mejor +/- (diferencia de puntos con él en cancha) y el segundo con más valoración global, solo por detrás de Ludde Hakanson. La influencia del de San Diego es mucho mayor de lo que indican las estadísticas tradicionales, que le sitúan como tercer máximo reboteador y cuarto máximo taponador de la Liga Endesa, y su baja resulta ahora mismo muy difícil de cubrir. Rafa Pueyo dijo el jueves que el club, con la permanencia muy bien encarrilada, solo se plantearía fichar en caso de alguna lesión y quizás este sea el momento porque el objetivo de pelear por llegar al play-off de la BCL y, sobre todo, el de lograr puesto europeo de nuevo se complican seriamente en una fase del calendario que ya era exigente.
Sin embargo, no es sencillo encontrar relevo para Jeff Withey, que además ocupa plaza de comunitario en la plantilla de Jaume Ponsarnau. Algunos rivales de los hombres de negro ya se han reforzado en ese puesto en las últimas semanas y, aunque hay ligas que están acabando en Asia y Oceanía, el mercado de jugadores interiores, más aún de las características del estadounidense, es muy reducido y normalmente caro por lo que el Bilbao Basket tendrá que ir tirando de momento con Emir Sulejmanovic en la posición de cinco y Ignacio Rosa cubriendo el rol de cuatro con más protagonismo que hasta ahora. De esta forma, el equipo ganaría en movilidad, pero perdería en presencia física, sobre todo cerca del aro.