El Bayer 04 Leverkusen ha alcanzado cotas del todo inimaginables cuando el 29 de julio del año pasado visitaba Anoeta en un amistoso de pretemporada. Nadie hubiera imaginado entonces que, ya finalizando mayo, aquel gol de Brais Méndez para la Real Sociedad supusiera su última derrota. 51 partidos después, 43 triunfos y ocho empates jalonan la trayectoria del equipo que, entrenado por Xabi Alonso, ha cosechado tan brillantemente la primera Bundesliga en sus 119 años de existencia
En el Bay Arena de la ciudad alemana se rinde culto al técnico tolosarra, que ha hecho, y sigue haciendo eterno, a este modesto club renano que hace 22 años se quedó en Glasgow a las puertas de la máxima gloria europea debido a que el Real Madrid sumó su novena orejona, gracias, entre otros, a aquel golazo de Zinedine Zidane.
Una vez logrado el ansiado título doméstico, le queda el otro. Tiene la posibilidad, como clarísimo favorito, de sumar otro título este sábado, con la disputa de la final de la Pokal, la copa germana, contra el Kaiserslautern, decimotercero de la segunda división, en el estadio Olímpico de Berlín.
Y antes, en medio, el choque de esta noche (21 horas) en el Aviva Stadium de Dublín va a decidir, enfrentándose al Atalanta italiano, el campeón que va a relevar en el palmarés de la UEFA Europa League al Sevilla que sumó su séptima hace un año de la mano de José Luis Mendilibar, que también es noticia. Con su actual casa, el Olympiacos, puede alzar el próximo miércoles, precisamente en Atenas, el segundo entorchado continental en su currículo, la Conference League. Eso sí, con permiso de la Fiorentina.
Por él se pelean los clubes más reputados de todo el continente, entre ellos, claro está, el Bayern de Múnich, el Liverpool y el propio Madrid -por Concha Espina muchos le quieren situar como sucesor de Carlo Ancelotti-, pero tendrán que esperar. Porque Xabi, camino de la excelencia, ha renovado con el Leverkusen hasta 2026. Allí es feliz, y quiere seguir prolongando tan inmaculada racha de 51, solo superada hasta ahora por dos equipos, de países futbolísticamente secundarios, y en plena prehistoria. A saber: el Celtic escocés, con 62 encuentros sin conocer la derrota entre 1915 y 1917, y el Royale Union Saint-Gilloise belga, con 60 entre 1933 y 1935.