¿Cuál es la situación en el Salvador que le ha llevado a ser activista protegida en el País vasco?
El declive de El Salvador no ha sido una cosa repentina, sino que ha venido ascendiendo. Yo personalmente llevo 10 años organizada con colectivos feministas de artistas realizando denuncias, queriendo visibilizar la violencia. Tanto acoso, como la violencia sexual en los espacios universitarios y en general en redes sociales. Debido a estas denuncias me llevaron a ser criminalizada, judicializada en 2019. Luego hubieron hackeos también a celulares y computadoras sin hallar ningún tipo de responsable y también por todo el declive de las instituciones defensoras de derechos humanos y la captación de todos los poderes del Estado por ese gobierno se han ido cerrando, y son las organizaciones feministas las que dan atención y prácticamente hacen el trabajo del Estado. En mi proceso fue eso denunciado. Además, en pandemia hubo una falta de transparencia de la violencia que enfrentaban niñas y mujeres. Es ahí cuando me vinculo con otras luchas, y ha ido ascendiendo hasta desplazarme dentro de mi mismo país.
Y, ¿cuál es la situación actual?
El Salvador es una dictadura que ha pasado muy pronto; y desde pandemia se agravó. Pero luego en este último año y ya de cara al contexto de elecciones en El Salvador se ha cometido una barbaridad de violaciones a los derechos humanos. A mujeres y niñas adolescentes, pero también de la juventudes. Vivimos desde hace un año en régimen de excepción y esto implica que no tienes ninguna seguridad jurídica. No hay noticias acerca de las personas que llevan presas injustificadamente. Vivimos una guerra silenciosa. Es un panorama desolador donde las organizaciones de derechos humanos están haciendo su trabajo, pero están cerrando todos los caminos para la denuncia, igual que ha pasado también en países cercanos como Nicaragua.
Explíquese.
Estas elecciones de presidente es la coronación total de la dictadura en la cual las defensoras activistas y organizaciones nos exponemos a que nos lleven sin ninguna explicación. Con la toma del poder de Nayib Bukele creo que las organizaciones también se van a encontrar en mucho más peligro.
¿Qué implica ser mujer en un país como el Salvador? Tiene el mayor número de feminicidios, el aborto totalmente prohibido...
Los casos de violencia sexual hasta la fecha según la policía son de 5.920 de los que 3.448 corresponden a niñas adolescentes y mujeres. Son cifras preocupantes. Esto no es normal, vivimos en una sociedad violenta y en la que las mujeres ni siquiera podemos decidir sobre nuestros cuerpos. Además quieren que estemos silenciadas. Somos nosotras quienes sostenemos la vida, el trabajo de los cuidados... No es acorde con los discursos de este gobierno.
¿Cómo afecta la consolidación del Gobierno de Nayib Bukele? Saca pecho de que ha desmantelado el control de las maras, y de que no hay asesinatos. Pero, ¿qué pasa con los feminicidios?
Ante los medios internacionales se pinta como alguien que ha encerrado a los pandilleros y ha desmantelado todo eso. Es un gobierno populista. Va a seguir reeligiéndose o sosteniendo el poder. No es que tenga la aceptación de la mayoría de la población. La población tiene miedo y ha desmantelado también todo el sistema electoral para que no tengan otra opción más que elegirlos a ellos.
¿Tiene especial incidencia en el movimiento feminista?
Sí, porque al final somos las mujeres las que visibilizamos la violencia machista. Ya no hay pandillas en las calles, pero ahora tenemos a los cuerpos militares y a la policía en las calles y ellos son también responsables de violencia y de acoso. Responsables que van a quedar impunes. l