El comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), Philippe Lazzarini, ha denunciado este sábado que son ya 800.000 los palestinos --casi la mitad del total de la población de la Franja de Gaza-- que han tenido que huir forzosamente desde el pasado 6 de mayo, cuando comenzó la incursión militar israelí sobre la región de Rafah, en el sur del enclave palestino.
"La gente se ha marchado hacia las zonas del centro y hacia Jan Yunis, donde hay numerosos edificios destruidos, en respuesta a las órdenes de evacuación para que la gente se marche hacia las supuestas zonas seguras", ha advertido Lazzarini.
El responsable de la UNRWA ha recordado que la población "se ha visto obligada a huir en múltiples ocasiones en busca de la seguridad que no han encontrado en ningún momento, ni siquiera en los refugios de la UNRWA". "Cuando la gente se mueve está expuesta, sin un tránsito seguro ni protección", ha asegurado.
Lazzarini considera que cada vez que se les obliga a huir dejan atrás parte de sus pertenencias: mantas, tiendas, utensilios de cocina y suministros básicos "que no pueden transportar". "Cada vez tienen que empezar de cero, una y otra vez", a denunciado.
En las zonas de destino "no hay suministro de agua ni instalaciones de alcantarillado". Como ejemplo pone Al Mauasi, una zona de cultivo árida de unos 14 kilómetros cuadrados donde no hay apenas edificios ni caminos. "No tiene las condiciones mínimas para proporcionar ayuda humanitaria de emergencia de forma segura y digna", ha explicado. Sin embargo, antes de la escalada actual había allí más de 400.000 personas. "La zona está atestada y no puede absorber a más gente, como pasa también en Deir al Balá", ha subrayado.
Lazzarini ha reprochado así que se les inste a desplazarse a zonas "seguras" o zonas "humanitarias". "Es falso. Cada vez se pone en grave peligro la vida de los civiles. En Gaza no hay zonas seguras. No hay ningún lugar seguro. Nadie está a salvo", ha advertido.
Además ahora la situación ha empeorado por el cierre de las fronteras terrestres, como el paso de Rafah. "La comunidad humanitaria no tiene suministros que entregar, ni alimentos, ni otros productos básicos", ha explicado, una situación agravada para el transporte de suministros ante el embargo de combustible impuesto.
"Los pasos deben volver a abrir y ser seguros para el acceso. Sin la reapertura de estas rutas la falta de ayuda y las condiciones humanitarias catastróficas seguirán existiendo", ha remachado.
Lazzarini ha reiterado por último la necesidad de un alto el fuego inmediato. "Cualquier nueva escalada en los combates solo provocará más estragos sobre los civiles e imposibilitará lograr la paz y la estabilidad que tanto necesitan y merecen los israelíes y los palestinos", ha concluido.
Israel ha intensificado sus ataques contra Rafah durante los últimos días, en lo que el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, describe como una "operación precisa" contra "batallones" del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). En la ciudad se encontraban cerca de 1,4 millones de personas antes del recrudecimiento de la ofensiva, la mayoría de ellos desplazados desde otras zonas del enclave.
La ofensiva contra Rafah incluyó la toma el 7 de mayo del lado palestino del paso fronterizo con Egipto, lo que derivó en la suspensión de las operaciones humanitarias, lo que ha hecho aumentar la preocupación internacional por el ahondamiento de la crisis humanitaria en el enclave por la práctica ausencia de suministros tras más de siete meses de conflicto.