Camino de las cuatro décadas de música apasionada y modesta, el trío estadounidense Yo la Tengo, sigue ofreciendo magisterio en esa categoría tan difusa del rock indie o alternativo que surgió a finales del siglo pasado. Maestros sí, pero, a la vez, un estilo en sí mismos, marcado por la inquietud, la naturalidad y un sello personal –da igual si te sacuden o acarician– que se mantiene y propulsa en This Stupid World (Matador), un nuevo disco que presentarán en Bilbao, en Santana 27, el 3 de mayo, y en el que miran a “este estúpido mundo” que nos ha tocado vivir combinando seda y lija, y, a pessar de todo, con un anhelo de fe.
Marcado por la modestia, la libertad de gestión y actuación, el proyecto de Ira Kaplan (guitarrista y cantante principal), Georgia Hubley (batería y cantante ocasional) y James McNew (bajista), vuelve a confirmar con su nuevo trabajo que es una de las mejores –si no la mejor– banda estadounidense de rock independiente de las últimas décadas en activo, a la espera del futuro de Low tras el fallecimiento de Mimi Parker.
Su 17º disco en casi 40 años de caricias, evocaciones líricas, acoples y ruido parece la continuación lógica de su deriva artística reciente. En 2018 hablaban de pelea y lucha en There´s a Riot Going On ante el azote populista y fascista de Trump, publicaron en pandemia el instrumental y casi post–rock We Have Amnesia Sometimes, y ahora editan This Stupid World, en el que pasan revista a este contradictorio y controvertido momento social. Una visión personal que, quieran o no, se torna política y obligada. Reflexión coyuntural a ritmo de rock, pero con visos de perdurabilidad artística.
This Stupid World vuelve a marcar la inquietud y una personalidad férrea y reconocible –tanto en la caricia como en la saturación eléctrica– de una banda que esta vez ha renunciado a productores y colaboradores externos. Con ideas robustas y asentadas por el paso del tiempo, han grabado un disco que suena vivo y urgente, que captura el momento en los miembros del trío tocando juntos, seguro que mirándose a los ojos, sintiendo, realimentándose y sonriéndose. Inmediatez y comunicación.
Jodidos pero esperanzados
El nuevo álbum de Yo La Tengo incluye reflexión y determinación ante “un mundo estúpido que nos asesina lentamente, cada día”, canta Ira en su tema titular, casi ocho minutos de fuzz y acoples que te golpean como el agua cruzada en una tormenta invernal y te dejan el cuerpo rendido. La letanía, a ritmo de mantra, araña cuando llega ese verso en el que nos escupe que “miramos con incredulidad, sangre en tus dedos, pero estamos despreocupados”.
El trío fija la fotografía de su estado de ánimo desde el arranque, un largo paseo por su Hoboken natal (Nueva Jersey) en Sinatra Drive Breakdown, que suena áspero y ruidoso con las guitarras cortando el aire –como ellos mismos, o los maestros Sonic Youth– sobre un ritmo monocorde que se acelera o contrae. Ruina, óxido y el precipicio que nos amenaza. Y reinciden en la oscura y mortecina Tonight´s Episode, donde se oye “mi cerebro está hecho pedazos”.
A pesar de tal atmósfera y los marasmos eléctricos del trío, hay espacio para la luz y la caricia en el álbum, que concluye con Miles Away, entre guiños electrónicos, pidiendo tranquilizar nuestra mente ante la inevitable muerte. “Tantas señales y qué pocas veo, debo estar ciega”, canta Georgia acariciándonos. Como sucede antes con Apology Letter, una carta de disculpa casi jungle pop, o en la balada Aselestine, acústica, onírica y psicodélica, o en la folk y con percusiones marcadas Until it Happens, donde Ira nos conmina a prepararnos y mantenernos vivos hasta el final. Después de todo, este mundo “es el único que tenemos”, aseguran.