Naroa Martínez es maestra y psicopedagoga, especialista en pérdidas, muerte y duelos. Con el proyecto Heriotza Haurrekin difunde la pedagogía de la muerte. Ofrece charlas y formaciones, bajo demanda; ha ofrecido cursos y en unas semanas empieza un curso on line en la UEU para todos los públicos.
¿Cómo podemos tratar el tema de la muerte en la infancia?
—Me gusta mucho que hables de tratar la muerte y no de trabajarla. Creo firmemente en que la muerte, como parte de la vida, no es algo a trabajar sino a hablar, compartir, convivir… De esa manera debemos tratarla, desde el día a día, desde lo más lejano emocionalmente, pero más cercano a nuestra realidad, para poco a poco poder incidir en emociones y sentimientos más profundos.

Naroa Martínez
¿Es importante hablarles de la muerte o les podemos crear un trauma?
—Crear un trauma no es tan fácil y si es por hablar con naturalidad sobre la muerte y la vida, no crearemos ninguno. No quiero decir que sirva hablar de cualquier manera, ya que la buena voluntad no es suficiente. Tenemos que poner conciencia en nuestras vivencias y convertir después a las criaturas en protagonistas y basarnos en sus necesidades.
¿Hay que esperar a alguna edad en concreto?
—Esperar a cierta edad es una excusa para no enfrentar el tabú. Eso de que no están preparados es mentira, somos los adultos, desde nuestros filtros sociales, quienes no tenemos herramientas para tratar el tema desde la calma. Yo siempre recomiendo hablar de la muerte desde el embarazo, porque como no nos van a llevar la contraria, vamos soltando ataduras y miedos y nos vamos acostumbrando cuanto antes a hablar de temas difíciles con las criaturas.
Y si en nuestro alrededor no hay ninguna muerte... ¿nos ahorramos el ‘mal trago’ de hablar del tema?
—En ese momento quizá te lo ahorras. Pero hay que invertir en hablar de la muerte con claridad antes de tener una muerte cercana, que tarde o temprano nos tocará de cerca. Tan de cerca como que algún día quienes moriremos seremos nosotros.
¿No les puede cambiar la forma de ver la vida a niños y niñas?
—No creo que sea estresante. ¿Intenso? ¿Duro? Quizá, pero a la vez tan sencillo; igual que un día nos creamos, otro día moriremos. Es una realidad cruda… pero es la que es y no podemos cambiarla. La muerte no es más que otra de las etapas de la vida. Por eso, a mí como al equipo con el que trabajo a menudo (Mar Cortina, Ana B. Bautista y Toñy Martínez) nos gusta hablar de pedagogía de la vida y la muerte. Tenemos el proyecto IAM (Infancia, Amor y Muerte y jugando con el “I am” inglés). Vemos la muerte desde el amor, la naturalidad, la aceptación.
¿Por qué se especializó en este tema tan complejo?
—Fue una necesidad. Cursé Educación Infantil estando ya trabajando en educación y al tener que realizar el TFG, decidí decantarme por un tema útil en el aula. En pocos años tuve relación con muchas muertes: 3 amigos se mataron en accidente de tráfico, uno en la montaña, otro estuvo a punto de morir… Y eran todos jóvenes. Tanto esos casos como los de familiares en mi casa se trataban con total naturalidad. Pero me di cuenta que esa naturalidad nos la transmitía nuestra familia, sobre todo mi madre, que siendo auxiliar de enfermería con experiencia en geriatría y en hemodiálisis, ha convivido mucho con ella. Sin embargo, esa naturalidad no existía en la sociedad. Desde ahí la gente empezó a consultarme ante muertes cercanas. Vi la necesidad de formarme en duelo porque la gente aún acude a mí una vez hay una muerte cercana. No todo es formarme en muerte, tengo bastantes inquietudes más allá.