Tras el fenómeno Reina Roja, que triunfa en el ámbito de la literatura y también en el audiovisual, el escritor cierra con Todo muere otro de los grandes hitos de su bibliografía, Todo arde, con el que descubriremos, y hasta aquí podemos leer, algunas claves de Reina Roja.
Al final de su libro encontramos, a modo de dedicatoria, la siguiente frase: “Sé que me vais a odiar, yo también me odiaría”. Ese sentimiento no es algo que reprochar a sus lectores, ¿no?
-No, muy al contrario. Era exactamente el sentimiento que quería conseguir. Quiero decir, si hay algo que a mí como autor me apasiona, es ser capaz de generar en los lectores la sensación de que están leyendo. Es mucho más fácil de vivir que de explicarlo con palabras. Pero creo que tú me vas a entender cuando te digo que la sensación de leer es ese momento en el que tú estás completamente perdido en las páginas del libro y necesitas saber qué es lo que va a suceder a continuación. Cuando te retiran eso, cuando el libro se termina, es como si te hubieran quitado el suelo bajo los pies, como si tuvieras un vacío en el estómago muy parecido a lo que sucede cuando estás subiendo en una montaña rusa, estás arriba del todo y luego empiezas a bajar. Ese es el momento en el que odias al escritor, y es un momento con el que yo me siento muy cómodo, porque significa que te ha gustado el libro.
“ ”
Sé que no le gusta hablar mucho de números, pero ha vuelto a ser el escritor más vendido. Además por delante de Pérez Reverte, a quien en su visita en La revuelta describió como su gran maestro. ¿Para cuándo una letra en la RAE?
-Dentro de este curro que significa escribir y contar historias a la gente, tenemos a personas que son grandes escritoras de la experiencia de la mujer en finales del siglo XX y principios del XXI como Almudena Grandes, que es una tía enorme. Tenemos a autoras como Rosa Montero que son capaces de diseccionar el mundo desde la ciencia ficción. Tenemos a maestros de la escritura y de la palabra como Arturo Pérez Reverte o Javier Cercas, o Javier Marías..., que lo que hacen es diseccionar la experiencia humana desde distintos sitios. Y todo eso es valioso e importante. Yo hago cosas con persecuciones de coches y explosiones, yo no soy esa clase de escritor. Yo soy el caniche que está a la entrada del circo, haciendo así con las patitas, con un sombrerito, y a lo mejor haciendo equilibrios con una pelota, asegurándose de que entre la mayor cantidad de gente a la feria. Ese es mi trabajo. Mi trabajo es ser un escritor muy divertido, y de eso me enorgullezco. Pero no me merezco un sillón en la RAE, lo que merezco es un día -y espero que me lo den dentro de muchos años- el premio al fomento de la lectura, y ese sí que lo quiero.
Personal
Su característico humor, su ironía y su sentido de la responsabilidad le caracterizan también en la literatura. Tanto es así que ha contagiado la pasión por leer a las nuevas generaciones con sus historias. Sin embargo, él no aspira a ganar grandes premios como en Nobel o el Planeta, a pesar de que sus libros están siempre en las listas de los más vendidos.
En Todo muere, su esperado regreso, seguimos las historias de sus ya conocidas Aura, Mari Paz... Pero en la contraportada nos dan una información realmente escueta, porque una de las claves de este universo son los secretos, la complicidad con los lectores que nunca revelan las informaciones que estos tomos esconden: “La novela que tienes en las manos es la clave del universo Reina Roja, el proyecto narrativo al que Juan Gómez-Jurado ha dedicado los últimos quince años. Por expreso deseo del autor, este libro no incluye la clásica sinopsis en la contraportada”, reseñan enigmáticamente.
Ha creado una comunidad de lectores cada vez más abundante, ha animado a las nuevas generaciones a leer, y además ha creado una comunidad tan cercana que todos guardan sus secretos con celo.
-Sí, eso es bonito. ¿Qué te puedo decir más que eskerrik asko? En esa sonrisa que tú me acabas de dedicar he visto esa especie de complicidad inteligente que tenemos los lectores entre nosotros. Y creo que eso es muy interesante. Ocurre una cosa muy curiosa. Y es que los lectores tenemos a veces un sentimiento que es: “A ver con quién cojones comparto yo esto ahora”. Entonces, ¿qué haces? Te buscas a otro y le dices: “¿Por qué no te lees esto?”, para poder hablar de ello, pero eso no se lo dices. Creo que eso es algo muy hermoso que lleva construyéndose y creciendo cada vez más durante estos quince años. Es como la necesidad de poder compartir con alguien, y lo que ha sucedido es muy bonito desde muchos puntos de vista. Hubo un día que yo directamente me eché a llorar en el estreno de Reina Roja, de la serie. Era abierto al público y mientras yo estaba saliendo se me acercó una mujer de tu edad que venía con su madre. Me dijo: “Llevamos sin hablarnos siete años, empezamos a hablarnos por tus libros, y hoy es la primera vez que salimos de casa juntas desde que se rompió la relación”. Yo me eché a llorar. Esto es lo que yo hago, divertiros.
Ahora las redes se han convertido en otra forma de acercarse a sus lectores. Cuando ve una reseña de un booktoker, bookstagrammer, booktuber..., de algún libro suyo, ¿qué siente?
-No las veo, porque sería como si me enseñaras una foto de mi culo. Entonces, no quiero eso. Es necesario que existan booktokers y bookstagrammers, pero no todo lo que hacen está bien, y creo que contar lo que estás viviendo cuando lees un libro, por muy entusiasmante que sea, esa especie de espóiler emocional no me gusta.
El lanzamiento de Todo muere llegó junto a las primeras imágenes de la nueva entrega de Reina Roja en Prime. Se está juntando todo. Hace unos meses le vimos también en La revuelta. ¿Qué le da más vértigo, cuando se enfrenta a un público o a la página en blanco?
-Esa es buena. Es muy diferente, porque en ambos casos existe la exposición y el miedo al vacío y al ridículo. Pero uno tiene corrección y el otro no. Yo puedo ponerme a escribir, y en la página en blanco lo puedo corregir, en lo otro no. ¿Qué es más adrenalina? El escenario. Es muy divertido. ¿Qué da más miedo? La página en blanco, es lo que más miedo me da. Yo sueño con eso y lo paso como el culo. He dicho muchas veces que a mí no me gusta escribir, me gusta ser escritor, que son dos cosas distintas (risas).
A la promo de Todo muere en Bilbao vino además muy bien acompañado, por Arturo González-Campos, su compañero en el pódcast Todopoderosos. ¿Seguirán ofreciéndonos nuevas entregas?
-Nos gustaría, sí. Todopoderosos es un programa que no podemos dejar de hacer. Nosotros quedábamos y lo hacíamos, y luego dijimos: “¿Y si ponemos un micrófono?”. Y entonces grabamos el programa y hacíamos exactamente lo mismo (risas).
Este año ha anunciado que no tendremos novela. ¿En qué va a ocupar su tiempo?
-En escribir. Lo que pasa es que no la quiero publicar. Quiero que respire el universo Reina Roja. Además, estoy escribiendo dos novelas. He terminado una, un thriller que no transcurre en este universo, y ahora he hecho una cosa que llevo queriendo hacer mucho tiempo y que no va a vender una mierda: una novela de fantasía.