Oinatz, de 4 años, titubeó al principio al subirse al poni, pero tras los primeros pasos se mostraba “encantado” ante la atenta mirada de su aita, Josu Andrés. “No se acordaba” de la última edición de 2019 y como él, muchos zallarras demasiado pequeños como para atesorar recuerdos de Gangas Eguna previas a la pandemia. Llamaron su atención los animales ubicados en el barrio Artebizkarra, el pastoreo con perros en el jardín del ayuntamiento, los puestos con los productos del campo encabezados por la cebolla morada... Representación de un modo de vida sometido a la tensión de la inflación, la sequía y el contexto internacional que reivindicó el municipio con la vuelta de la feria y el homenaje a la familia Larrucea Pagazaurtundua dentro de los reconocimientos anuales a explotaciones del municipio.
Más de medio siglo cultivando la tierra y tres décadas en el sector ganadero lograron un sentido aplauso en la entrega de premios celebrada en la plaza Euskadi. “Todavía seguimos acudiendo al mercado de los miércoles”, explicó, feliz y agradecida con el trofeo en la mano. Ella es una de las protagonistas del documental sobre agricultoras de Zalla estrenado el año pasado fruto de la colaboración entre el Consistorio y la Red Vasca de Semillas. También contaba su historia Alicia Txabarri, a quien se rindió tributo en Gangas Eguna en 2019 y que ayer tampoco faltó a la cita. A las 4.00 horas de la madrugada “ya nos estábamos preparando porque también hemos traído vacas de Artzentales para la exhibición de ganado”. Calabazas que podrían pesar fácilmente “en torno a cuarenta kilos” asombraron a quienes pasaron por el puesto de Alicia, quien hace poco conquistó otra feria en la ciudad francesa de Menton, en la Costa Azul. Entre lo que vendió allí y encargos posteriores se le terminó prácticamente todo el género de cebolla morada, así que “he venido con simiente para que la gente lo vea, siempre sembramos en luna menguante”. Aunque “no dispongo de una página web como tal”, cada vez está notando más que la riqueza de la huerta gusta fuera de Enkarterri, en “gente que está de vacaciones en el pueblo”. Pero ayer era el día de saludarse tres años después con la clientela de siempre en un ambiente festivo. “Las ventas marchan bien”, valoró Ana Mari Llaguno, otra de las incombustibles protectoras de este manjar de Zalla.
Frente a estas veteranas, Javier Villaescusa empezó hace cuatro años a producir arándanos ecológicos cerca de la Torre Loizaga de Galdames y los comercializa desde hace uno. Vende “en eventos y comercios cercanos” con la percepción de que “cada vez nos vamos concienciando más con respecto a la importancia de la alimentación kilómetro cero”.
Iker Ulibarri, de Gordexola, se proclamó triunfador en la categoría de txakoli al ganar el primer y segundo premio con dos de sus caldos. La vendimia en el caserío del barrio de Zaldu donde también elabora queso “se ha adelantado porque la uva ha madurado antes” en una temporada nada fácil. Y es que “todos los precios suben y nos afecta”.
Mil pintxos solidarios
En cambio, en la feria zallarra por solo un euro se ofrecieron alrededor de mil pintxos de una txahala asada con la colaboración desinteresada de cuatro carniceros locales. Uno de ellos, Aurelio Jauregui, apuntó que la recaudación “se destinará a la residencia”. Enseguida se formó cola para hacerse con las raciones en otro de los apartados imprescindibles del programa junto con las txosnas en las que disfrutar entre familia y amigos de los talos que tanto se han extrañado estos años.