Castigo y silencio imperaron en lo relativo a la Guerra Civil y la dictadura franquista hasta que el velo de miedo interiorizado durante décadas empezó a levantarse para descubrir historias de represión. Es el mismo título que lleva el libro editado por el Ayuntamiento de Zalla para retratar el sufrimiento de las mujeres a través de tres historias noveladas inspiradas por vivencias reales de vecinas. Además, el aniversario de los bombardeos de 1937 ha traído consigo este año la creación de una ruta de la memoria, en colaboración con el instituto Gogora, con trece paradas en lugares significativos de la contienda en el municipio en un tríptico y códigos QR.
La empresa Novélame (también volcada con la recuperación de testimonios de mayores de Galdames) ha dado forma a los relatos. En este sentido, Iosu Gallarreta "ha realizado una impecable labor de documentación para reflejar una suma de historias de la memoria de Zalla", pone en valor el alcalde, Juanra Urkijo. Gallarreta ha entrevistado a muchas personas que vivieron aquellos tiempos para reconstruir un relato enterrado por demasiado tiempo. Y es que "la historia con mayúsculas se nutre en realidad de estas narraciones sobre el racionamiento, la llegada de los refugiados que huían del avance de las tropas franquistas, la construcción de refugios para proteger a la población, el miedo bajo el ruido de las bombas, los ideales e ilusiones políticas frustrados...". Las mujeres, además, "quedaron al cargo de los hogares, de las personas mayores y los niños desempeñando trabajos que los hombres habían dejado vacantes por encontrarse en el frente.
Lo que vino después resultaría desolador. Tras los avances sociales logrados en la II República, con el franquismo "lo cambiaron todo, constriñeron a las mujeres dentro de un modelo único relegándolas a un papel secundario, obediente, a ocupar puestos subsidiarios asimilados a una supuesta incapacidad femenina que las condenaba a permanecer a la sombra de un modelo viril eterno protagonista", señala la concejala de Igualdad, Oihane González. Las consecuencias para quienes se atrevieron a plantar cara llegaron en muchos casos con "cárcel, condenas al exilio o a la pena de muerte". Además, "habiéndoseles reservado el papel de principales transmisoras ideológicas hacia su prole padecieron, desde la jerarquía nacionalcatólica española, una continuada evaluación moral con el fin de asegurar la asimilación de sus valores políticos, religiosos, económicos y lingüísticos", analiza Iosu Gallarreta. "El escarmiento físico y público de inspiración inquisitorial aguardaba a las mujeres que optaron por vivir y organizarse al margen de un destino enderezado exclusivamente hacia la reproducción", señala.