Antes del periodo vacacional, Zas Kultur abrió en su sede de la plaza San Antón un nuevo espacio para acoger el proyecto de La Boutique, una iniciativa que busca, en pocas palabras, visibilizar el trabajo de los artistas más cercanos e incentivar la venta de arte contemporáneo, democratizando la adquisición de obras. En este camino, la asociación ha sumado la mirada de Daniel Castillejo, ex director de Artium y encargado ahora de seleccionar las obras que van nutriendo este fondo.
Las piezas sólo se muestran en solitario al comienzo, cuando llegan a Zas, puesto que tras un periodo de tiempo pasan a incorporarse al fondo de venta. Este jueves a las siete y media de la tarde, se presenta Corpore Fluid, de la artista alavesa Zuriñe Amoroso. Como dice el propio Castillejo, “con estas dos piezas de Amoroso, se inicia el programa en un intento de facilitar la creación de coleccionismo bajo nuevas condiciones de relación entre el aficionado al arte, el artista y el mediador de arte”.
Zuriñe Amoroso, como recuerdan desde el espacio de la plaza San Antón, es una joven artista que lleva a cabo una obra que se puede analizar en dos direcciones. Por un lado, debido a sus intereses estéticos y profesionales relacionados con el universo del tatuaje, se siente cercana a las tendencias que, en numerosos lugares está tomando protagonismo, tratan de desarrollar la analogía reflexiva entre pintura y tatuaje con la piel como soporte. “Estos artistas juegan con la paradoja de que la noción de efímero y permanente se funden en lo que llamamos tiempo vital, de tal manera que intentan obviar el concepto de trascendencia más allá de la propia vida. Sus obras son diseños originales que adquiere el cliente eligiendo aquellos que le son afines o gratos”.
Por otro lado está la intención, el discurso de Zuriñe Amoroso “en el que se muestra un interés por la mirada, la crítica a la censura y la cosificación del cuerpo femenino. Estos tres elementos construyen un entramado en el que participan la mirada propia, la de la artista sobre su cuerpo en una actitud normalizada y, al mismo tiempo, la mirada del otro, muchas veces sexista, normativizada por cuestiones formales, morales y legales”.