La zumarragarra Feli Gutiérrez ha cumplido 100 años. una de sus principales aficiones, mientras la vista se lo permitió, fue leer biografías. su propia vida es digna de un libro
Una de las aficiones de la centenaria zumarragarra Feli Gutiérrez Díez ha sido leer biografías de personajes históricos. Su ajetreada vida también es digna de ser recogida en un libro y sus nietos suelen escuchar encantados las historias de su juventud. Gutiérrez cumplió 100 años el jueves pasado y recibió la visita del alcalde, Mikel Serrano, y la concejala de Servicios Sociales, Arantxa González. Le regalaron un ramo y una lámina de la ermita de La Antigua, en nombre de todos los zumarragarras.
Gutiérrez es de origen palentino. Su familia es de una aldea situada entre Durruelo de Santullán y Aguilar de Campoo. Su padre era minero y le trasladaron a León, donde nació la protagonista de este reportaje. Tras la guerra vino a vivir a Zumarraga, harta del acoso al que sometían a su familia los franquistas.
Su familia era afín a la República y durante la guerra se vieron obligados a huir de su tierra. Se marcharon a Gijón, donde tomaron un barco rumbo a Francia. Pero las autoridades francesas denegaron la entrada de más republicanos y acabaron en Barcelona. Tuvieron que dormir en el metro, hasta que una familia republicana de Igualada les acogió en su casa. Después de la contienda volvieron a su lugar de origen, pero cada quince días tenían que personarse en el cuartel de la Guardia Civil y, harta de la situación, vino a Zumarraga siguiendo los pasos de una hermana. Suele decir que venir a Euskadi fue para ella una liberación.
Aquí trabajó en casa del alcalde Agustín Agirre y de la familia Aparicio, propietaria de la empresa de herramientas Irimo. También en el restaurante Iburreta. Se casó con el palentino Heriberto Gutiérrez y tuvieron cuatro hijos. Tiene cinco nietos y pronto tendrá el cuarto bisnieto.
Aficiones
Su principal afición era leer, sobre todo biografías de personajes históricos, pero su maltrecha vista ya no le permite hacerlo. A pesar de sus problemas de visión, sigue haciendo pasatiempos. Sobre todo, sopas de letras. A sus nietos les encanta escuchar sus historias y no se cansa de alabar el sistema educativo que instauró la República.
Enviudó en 2006 y reside con su hija Beatriz. "Mi madre no pudo ir mucho a la escuela. Si hubiese ido... Tiene un cerebro privilegiado", comenta su hija.